Juan encontró una soga colgando del cielo.
Cerca a su casa en la pampa la vio colgando inmóvil y solitaria de la nada; Juan la veía de lejos y se acercaba, miraba hacia el cielo y buscaba un punto, un avión, un globo, tal vez un platillo volador, pero no veía nada.
La increíblemente larga soga subía y subía hasta perderse en las nubes de invierno, Juan la veía y se imaginaba que nadie en su vida le creería esto.
- Un niño tan solitario, se imagina cosas - diría su tía, al escuchar la historia de Juan -¡Deberías llevarlo al psiquiatra!- dictaminaría al final.
Entonces Juan corrió hasta su casa, hasta ver a su padre sentado en el viejo tronco que había en la puerta. -¡Hay una cuerda que cae del cielo!- Grito Juan.
Su padre lo miró en silencio, como si el idioma que hablaba Juan fuera algún extraño e inentendible dialecto. -¿Ya te lavaste las manos para el lonche?-
Juan odiaba que nadie lo tomara en serio, sin embargo ya estaba acostumbrado, siempre lo habían tratado como a un niño pequeño, aunque ya casi tenía diez años y en la pampa podía ir con su bicicleta donde quisiera.
-Padre tiene que verlo, es una cuerda inmensa la que encontré y no creo que pueda traerla solo a la casa.- Juan trataba de hablar en el idioma de su padre para que deje de mirarlo con ese gesto de desden que tan seguido usaba con el, -También tendrás que lavarte la cara, tu abuela detesta verte así todo sucio.- respondió su padre.
- Por favor, venga conmigo un instante padre. - suplicó Juan.
Pero fue inútil, a su padre le disgustaba que Juan le rogase jugar casi tanto como jugar en si, así que el niño decidió desaparecer nuevamente y corrió de nuevo hacia donde había encontrado la soga.
Y no se demoro mucho en encontrarla, ahí en mitad de la pampa, inmóvil, el viento soplaba pero la soga se mantenía firme, pero no tensa, solo quieta. Juan la miro por un instante y volvió a mirar al cielo buscando una explicación, pero igual no veía absolutamente nada, pensó entonces que hasta el momento no había tocado la soga así que decidió hacerlo para probar que aquello era real y no solo una visión, un espejismo, como los que tienen los viajeros perdidos en el desierto.
-Pero los viajeros ven agua - Pensó para si - no ven sogas colgando del cielo, al menos nunca he escuchado algún viajero que halla visto algo así- O tal vez si ven cosas así pero después se mueren de sed, total están en el desierto...
Juan miró de nuevo la soga y decidió acercarse; Por algún motivo sus pensamientos sobre viajeros muertos de sed abrazados a sogas le habían causado cierto temor a dar un paso adelante; después de pensarlo unos segundos y tomar una bocanada de aire dio un primer paso hacia adelante, luego dio otro, y otro más, hasta estar apenas a un metro de distancia, entonces extendió el brazo y con la punta de sus dedos toco ligeramente la soga - Esta suave – Pensó.
No paso mucho para que Juan perdiese el temor inicial y se decidiese a jalar la soga, la tomó con sus dos manos y jaló fuertemente para abajo, y nada, la soga resistía toda su fuerza, entonces decidió colgarse, tomo impulso, se abrazo firmemente y salto hasta quedar prendido de la soga como un Tarzán de nueve años.
Juan recordó la historia del niño que con tres frijoles hizo crecer una enredadera inmensa en su patio que llego hasta el cielo y para luego trepar por ella y encontrar en la cima un castillo lleno de riquezas, ¿pero eran frijoles? los frijoles no dan enredaderas, que extraño cuento...
Los cuadernos del colegio de Juan estaban siempre llenos de notas de los maestros donde informaban que era un niño muy distraído que gustaba de soñar en plena clase, y ahora Juan les daba la razón a todos esos maestros, ¡Tenia ante sus ojos una mágica cuerda voladora y se ponía a pensar en cuentos de frijoles y viajeros sedientos! -Debo treparla, debo ver que es esto- Pensó entonces, y comenzó a subir por la soga.
No es tan fácil trepar sogas, después de un par de metros ya te duelen los hombros, apenas cuatro metros más arriba sientes tirones en la espalda y las piernas se empiezan a resbalar, a los seis metros la altura ya te pone intranquilo y empiezas a arrepentirte; Para cuando Juan estaba a diez metros de altura ya le daba miedo continuar pero tampoco tenia el valor de soltarse, así que se quedo ahí, sin saber a donde ir, sus manos de niño estaban dolidas y sus brazos empezaron a entumecerse, entonces resolvió resbalarse suavemente hasta llegar al piso y traer a quien sea de la casa para que vea la soga con el, pero antes de siquiera mover un músculo, Juan sintió que la soga empezaba a ceder.
Se quedo quieto de nuevo esperando que la soga estuviera firme otra vez para resbalarse con tranquilidad, pero de pronto, !Pum¡ la soga cedió de un golpe, Juan grito y se aferro lo más que pudo, cuando abrió los ojos, vio que seguía colgado, pero como un metro más abajo y otra vez !Pum¡ la soga volvió a ceder y el volvió a gritar y cuando abrió los ojos otra vez la soga estaba más abajo y de nuevo !Pum¡ una, dos, tres veces más, y el seguía colgado mientras la soga iba cediendo poco a poco, entonces se detuvo; Juan ya estaba muy cerca al suelo sin embargo no quería soltarse aun, el susto lo había dejado inmóvil, de pronto oyó de muy arriba un !!!PUUUM¡¡¡ Y Juan cayó de un golpe al piso y la soga comenzó a caer sobre el pues al parecer al fin se había soltado de lo que sea que se estaba sosteniendo.
La soga caía y caía sobre Juan interminablemente, el se tapaba la cara con los brazos y piernas para que no lo lastimara, pero no podía levantarse, pasó más de una hora y la soga aun no dejaba de caer formando un montículo en el que se estaba enredado; Juan movía sus brazos desesperadamente cuando sintió que la soga estaba totalmente mojada… cuando por fin logro escapar no paro de correr hasta su casa, donde la hora del lonche ya había pasado largamente.
Sus padres no quisieron escucharlo, Juan había llegado a casa cuando ya estaba oscuro y había empezado una ligera llovizna; Castigado, subió a su cuarto a ver la lluvia por la ventana, impotente de contar su asombrosa historia, al día siguiente se levanto temprano para volver al lugar, pero la lluvia no había cesado en toda la noche y la pampa estaba totalmente anegada, no lo dejaron salir, sus padres aun estaban enojados con el y sus mentiras acerca de una soga colgada en el aire los irritaba aun más.
Después de tres días sin dejar de llover los padres de Juan decidieron cortar las vacaciones y volver a la ciudad; Juan ya no pudo volver al sitio de la soga, estaba vigilado por todos en la casa y todos a la vez estaban fastidiados por esa lluvia tan incesante. Era como si todos creyeran que el era el culpable de la lluvia...
En donde cayó la soga, la lluvia formó un lago; Con los años el lago trajo vegetación y la vegetación trajo animales y la pampa se convirtió en un valle; 70 años después el valle llamado "Valle La Cantilla" tiene el lago con mayor cantidad de truchas en la región; La ultima vez que fui me entretuve pescando en el lago con mis hijos y junto a varios pescadores aficionados y profesionales, pero algo llamó mi atención, de todos los botes en el lago había uno solo que no estaba pescando, en el había un anciano que contemplaba las frías aguas con cierta nostalgia, después de un largo rato de verlo mi curiosidad me obligó a acercarme a el y preguntarle que estaba buscando.
-Mi soga- Contestó. |