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La calle desierta será mi único testigo. La luna mirará para otro lado. La lluvia, solo una pincelada más dentro del cuadro que nos mantiene ocultos de las miradas curiosas.
El viento aúlla enfadado, pero sus quejas y lamentos no consiguen más que mis oidos sordos refrenen el sonido de las ventanas al cerrarse. Camino despacio, siguiendo tus pasos, dejando mis huellas sobre el suelo embarrado, recogiendo el lodo que trás de ti vas dejando. Deambulando entre recuerdos en cada paso, buscando la felicidad perdida, visitando todos y cada uno de aquellos rincones que hicimos nuestros con cada sorbo, con cada beso. Ahora todo aquello no parece más que un mal sueño. Un invento de mi propia cabeza, un soplo del viento, un arrullo del río entrometido. Dejaste atrás cada una de nuestras miradas, rompiste nuestra complicidad en mil pedazos, tiraste nuestra historia a la basura. ¿Y todo por qué? Por un capricho, un invento, una vana excusa sin sentido. Pero yo no puedo evitar echarte de menos.

Sigo tus pasos en la noche. Cuando cayeron las primeras gotas ya sabía donde estarías. Siempre fuiste tan previsible...Te esperé durante horas entre las sombras, observando a los gatos subir a los tejados para ronronear bajo la luna. La calle era mía y de ellos. Las que parecen inofensivas nubes de algodón descargaban lentamente su ira sobre nosotros. Como un preludio, un simple aviso, de lo que después llegaría. Y tu seguías sin aparecer. ¿Dónde estabas? ¿Otra vez con él? Me dejé llevar por las dudas y los celos. Cada minuto que pasaba se convertía en una nueva tortura, y entonces, apareciste, cruzaste aquella esquina en la que siempre me sorprendías cuando estábamos juntos, pasaste sin mirar atrás, sin tan siquiera dedicarme una mirada. Ibas perdido en tu mundo, y allí ya no quedaba sitio para mí. ¿Porqué?¿Porqué me abandonaste?¿Porqué me dejaste solo?¿Porqué me permitiste soñar si pensabas destrozarme de esta forma tan cruel?
No me recuerdas ¿verdad? Estoy seguro de que ni siquiera me reconocerías. Para ti siempre fue todo demasiado fácil ¿verdad? Siempre has tenido todo lo que has querido. Nunca te ha faltado de nada. ¡Iluso de mí! ¡Cómo pude pensar que conmigo sería diferente? ¿Cómo llegué a imaginarme siquiera que siempre estaríamos juntos! Para tí solo fueron unos años, para mí fue toda una vida.

Y ahora....ahora es demasiado tarde pequeño...ya no me creo ninguna de tus palabras. Siempre fueron argücias, mentiras, para conseguir tu objetivo, para tener lo que querías en cada momento. Y yo siempre te lo dí. Lo que fuera con tal de permanecer a tu lado. Con tal de que estuvieramos juntos. ¿Qué fue lo que hice mal? ¿Cual fue mi error?
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Ahora no digas nada. No quiero oir más mentiras. No quiero escucharte. No quiero oir más verdades. Nada. ¡Silencio! No quiero oir nada. ¡Callate! Que solo el silencio retumbe en mi cabeza. ¡No! Ahora es demasiado tarde para seguir jugando conmigo. Ahora que me necesitas suplicas, y pronuncias todo aquello que siempre ansié escuchar. Ahora, que ya es demasiado tarde. Ahora, que ya no sirve para nada cualquier cosa que decirme puedas. Ahora que te debates entre la vida y la muerte mientras te desangras en el suelo embarrado que antes pisabas sin piedad.
Te he permitido verme, como si de un encuentro casual se tratara. Como si no tuviera nada que ver contigo. Como si solo fuera alguien más que por allí pasaba disfrutando de la noche solitaria. Y me has reconocido. ¿Dices que me quieres?¿Que siempre me has querido? ¡Y porqué me abandonaste! ¿Porqué desapareciste de mi vida? No. Ya es demasiado tarde. Ya no me creo nada que puedas decirme. No voy a ablandarme. No puedo. Ahora no.

Así que, mientras estás allí tirado, mientras se escapan tus últimos suspiros de vida, me encuentro parado frente a tí. Escuchando tus torpes excusas y falsas promesas. Oyendo tu voz al extinguirse paulatinamente, el desacompasado ritmo de tu respiración luchando porque no se escape tu último suspiro. Forcejeas con la muerte, pidiendome ayuda desesperadamente, con palabras entrecortadas, escupiendo sangre de tu pecho, estirando la mano en señal de súplica. Pero yo no puedo hacer nada. No pude hacer nada más que observar el cuadro desde mi posición privilegiada. Observandote gritar entre murmullos, ayuda, que coja tu mano, que haga algo, que no te deje morir "solo". ¡JA! Hace mucho tiempo que tu me dejaste solo. ¿Te extrañas ahora de que yo lo haga?
El agua empapa mi ropa, resbala por mi rostro mezclando lluvia y lágrimas en una sola pócima. No puedo evitarlo. Mi largo abrigo negro se adhiere a mi como una segunda piel, como una estúpida carga imposible de soportar. Medio caído, cala mi cuerpo, que no se mueve, haciendo un esfuerzo más por mantenerlo sujeto, por no abandonarlo.

Mientras los edificios ocultan la escena, tapandonos con su silueta, mientras las sombras siguen vivas, espero tu último aliento. El fin de tu efímera existencia. Y, cuando por fin te has ido, cuando mis ojos solo observan tu cuerpo inerte, doy media vuelta. Sin decir nada.Sin mirar atrás. En silencio. Siempre en silencio. Dejandote tirado en el suelo, se que podría haberte ayudado y no lo hice, pero no pude hacer nada. No hay momento para los arrepentimientos. Se que actué como un cobarde, que no te lo esperabas y ni siquiera me viste hacerlo. Pero fue mi bala la que te quitó la vida. Fue mi bala la que te mató.
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Ahora, que ya está amaneciendo, desde el balcón de mi casa observo al sol apuntarme con sus rayos. Y no sé que es lo que he hecho. ¿Cómo he podido hacerlo? Pero yo también estaba muerto, solo esperaba el momento adecuado. Te lo dije cuando me dejaste:
Si no eres mio , no serás de nadie

Y yo siempre cumplo mis promesas. He tardado meses en hacerlo. Pero ya lo he hehco. Ya he cumplido. Ahora, puedo dejar de estar muerto en vida. Ahora, puedo terminar también con la mía. Y el mismo arma que te dio muerte, es levantada sobre mi sien y disparada en la quietud de la mañana.
Silencio

Fue mi bala la que te mató
Fue tu bala la que me mató

Texto agregado el 08-11-2009, y leído por 151 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
08-11-2009 Un tema que podría considerarse tabú en la sociedad actual, pero que estará siempre latente. Bien logrado. susana-del-rosal
 
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