Van a escribir mis dedos, lo que mis ojos no pueden recitar. jamás escape a la idea de un tal vez, pero has dejado en claro un jamás nunca, y ahí, en ese instante, mi esperanza cae de rodillas, fusiladas por las palabras, que sin censura irrumpieron en el aire, cayo con las flores en la mano.
Supe sobrevivir un par de días sin comer, semanas sin bañarme, meses sin afeitarme, pero aunque quise detener el tiempo con todas esas artimañas de ermitaño, no deje de pensarte.
Di las sonrisas mas añoradas por mi imaginación, las que nunca creí que las vería correr desnudas en la realidad, las vi despampanantes sabiendo que regocijaban de amor.
También mis oídos se afinaron, oyendo los cantos de sirenas, agudizando mas aun hasta las charlas de ballenas, para escuchar un te quiero que en mi alma hace eco de un pobre pasado.
Y ahí fue donde despertaste al bestiario, al que le faltaba valor, tu lo bendijiste, al que le faltaba calma, tu se la diste, al que le faltaba una razón, tu la fuiste, al que le faltaba corazón... tu latiste.
Pero la guerra termino, mis oídos ensordecieron, mis gestos enrudecieron, y mis dedos se abalanzaron al punto final.
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