La inspiración ha estado medio inquieta... Veremos a dónde me lleva este boceto.
1.
Exposiciones de arte moderno. Las amas, las odias, no hay terminos medios. No falta el que incluso compra una pintura porque es chic. La tiene en su casa y no le gusta, tampoco le tiene que gustar.
Yo, yo soy honesta, adoro los colores en el arte moderno, adoro el uso de materiales ajenos a la pintura, en las pinturas: Sangre, sal, trozos de papel de diario, disquettes en desuso, pelo. Adoro el uso de cosas como espátulas, soldadoras y hasta maquinaria pesada para construir esa pieza de arte. Al fin y al cabo, todo es creación, es arte, es la expresión de un alguien que, inmerso en su sociedad, la expresa cruda, patética o laboriosa y meticulosamente.
Como dije, lo que más adoro son los colores, esa forma brillante de mezclarlos en armonía (o no) en un lienzo, yo misma experimenté con la pintura, emulando a uno de mis favoritos: Jackson Pollock. Rojo, negro, naranja, sobre la superficie blanca, todo en ese maravilloso dripping, que al final parecía concentrar la ira que en ese momento sentía, la guerra, el odio, la muerte expresados sólo con colores que caían con rabia sobre la tela, sobre el papel. Nunca llegué a colgarla, era demasiado violenta, no te pone de buen humor ver algo así.
Es por ese hermoso y loco amor por el arte moderno, por la expresión, que llegué a esa exposición en Londres, en mi última visita. Capital cosmopolita, con ganas de expresarse a sí misma. Qué mejor lugar para encontrar una galería de arte, donde un artista se expresa a sí mismo, con ganas de más.
En ese momento, me snetía desmotivada. Hacía tiempo no pintaba, no escribía. Nada en el mundo parecía querer hablarme, muda, sorda, ciega... Así me sentía, qué mejor lugar que una galería de arte para reencontrarme con la expresividad y por qué no, comprar un cuadro. Tal vez, ver algo nuevo colgando de las murallas de mi loft, me devolvería las ganas de crear.
Entré sin ver el nombre del artista, eso es como juzgar un libro por su tapa y yo conozco muchos artistas y sus trabajos anteriores, no quiero contaminarme. Todos tienen derecho a cambiar, a mejorar y redireccionar sus intereses. Los artistas, más que ninguno, y si un trabajo de él o ella en un principio me pareció horrible, podía prejuiciar, aunque ahora fuera perfecto. Entré.
La atmósfera ofrecía suave música británica, temas lentos de gente como Oasis, The Kinks, rockeros modernos y clásicos que le daban al ambiente un toque muy personal.
- La música fue elegida por el propio artista- me dijeron al entrar, mientras me entregaban un folleto con el catálogo de las pinturas y sus respectivos precios.
"De algo hay que comer", me dije mientras pensaba en lo terrible que es intercambiar arte por dinero, pero así se contruyó nuestra sociedad.
Comencé lentamente a recorrer cada cuadro y cada escultura, leyendo cada título, buscando una relacón y mi propia relación con el lienzo al frente. Sus colores, predominantes, los tonos que da el óxido, el celeste, el azul, el blanco, colores pacíficos considerando y recordando mi intento de Jackson Pollock en pie de guerra.
Algo extraño me decían estas pinturas. Normalmente, una pintura se mira, se admira, se observa de diversos ángulos, pero estas pinturas me provocaban algo nuevo, me daban ganas de tocarlas, acariciarlas y entender no sólo los colores, sino las texturas con las que habían sido creadas.
Me acerqué cada ver más y como niña pequeña estiraba la mano, pero sin llegar a tocar. Sonaba World Exclusive de The Devils en la galería y parecía que no había nadie más... era el momento... Nuevamente estiré la mano...
-Adelante-dijo una voz masculina detrás de mí- puedes tocar.
No sólo casi me mata de un susto, si no que casi pierdo el equilibrio yendo directamente a estrellarme contra la pintura, mientras daba la vuelta para ver quién me había hablado.
Una mano fuerte, pero delicada me sostuvo y evitó la tragedia de tener que comprar una pintura rota y me evitó el bochorno de caerme, cuan tonta, porque una voz me asustó.
-Gracias-le dije cuando ya había recobrado la compostura.
-No fue mi intención asustarte- dijo con un tono más tímido- Es la primera vez que veo a alguien que se interesa por la textura del cuadro y es válido tocar, Leonardo Da Vinci decía que el arte también se ve con las manos, así es que puedes tocar- dijo acariciando brevemente el cuadro que estuve a un tris de romper- es sal y óxido, interesantes materiales para trabajar dan la sensación de tridimensionalidad.
- Y tú eres?- le dije pensando la patudez de este hombre para toquetear arte.
- John, el humilde autor de esta exposición.
Ah, un artista nuevo, ya que no conocía a ningún John entre los que siempre paso a ver cuando estoy de visita en Londres.
- Un placer, soy Marilú- dije dándole la mano.
- La que fabricó los muebles que se exhiben en Harrods?
-Modestamente...-las noticias vuelan por lo visto. Y pronto recordaba el motivo de esta última visita.
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