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El corazón de la nave.

A corta distancia del valle de los enanos, sacó su brújula, se sentía con hambre y sediento. Había recorrido un largo camino desde el museo. El aventurero lo esperaba en la colina para asistirle con provisiones. Los diez nativos que lo perseguían se las ingeniaron para esconderse.

Un lago cruzaba de norte a sur descendiendo por la ladera. Si bajaba a beber agua se encontraría con los nativos, así que siguió caminando por el sinuoso camino. El polvo de la tierra se arremolinaba penetrando en sus pulmones y los insectos no paraban de revolotear.

El aventurero lo vio venir y estrechó su mano cómplice con una sonrisa. Aquel hombre venía de lejos, y se mostró hospitalario con él, ofreciéndole alimentos varios, agua de una cantimplora, y una habitación para que pasara la noche.

-No hace mucho que aterricé en el museo espacial y me dispuse a venir hacia aquí.
-¿Fue un largo viaje?
-No, aunque la nave sufrió un desperfecto técnico y tuve que aterrizar de emergencia.
-¿Qué ha sacado en limpio?
-Me han estudiado, hasta que robé su nave y pude escapar. Dejé escondido en el museo su corazón.
-¿Su corazón?
-El aerolito se conecta a su centro de partículas y alimenta la circulación de la máquina. Me aseguré que nadie pueda volver a utilizar la nave, salvo que alguien encuentre el aerolito.
-¿Ha visto a alguno de ellos?
-No, me desperté completamente desnudo sobre una mesa de operaciones y un extraño brazo mecánico intentó inyectarme una sustancia verduzca en mi ojo izquierdo. Me libré como pude y al salir me encontré con la nave. Presioné un botón y el viaje fue instantáneo. Husmeando por la nave vi el pequeño aerolito y lo saqué de una caja metálica. Es extraño, porque mi recuerdo no parece coincidir con los hechos. Si los hechos coincidieran con mi recuerdo, el peligro es mayor. Recuerdo que ellos llegaron y al ver el artefacto dijeron: Las llamas quemaron su piel. Su cuerpo fue manoseado. Conviene no tocar la piel del artefacto, ni moverle de lugar antes de examinar su condición no terrestre.

El testimonio de Tao

Me temo que el aerolito me ha dado más de un quebradero de cabezas, en tales circunstancias un hombre racional más evolucionado que un mono, no hubiera hecho lo que yo hice. Esconderlo, para que nadie pueda despegar la nave y evitar un riesgo mayor es a mí entender lo más sensato que alguien pudo haber hecho. En todo momento supe que me buscarían por poseer aquello que no es mío. ¿Una consciencia inteligente es capaz de encontrar el corazón de su hermosa nave? Ésta pregunta me ha quitado el sueño desde hace meses. En verdad, fui precavido al esconderlo. Me temo que fue un error de mi parte contarle a él aventurero. Él ha muerto.
No estoy seguro que le ocurrió, si sé que murió al querer desenterrarlo.
No me explico como lo encontró, de todas maneras,
me aseguré que estuviera bien escondido, y protegido. Ya en mis manos, sin que nadie sepa dónde está, lo he puesto en un sitio más seguro.

Doce años después.

Sonó el teléfono. Tao se dirigió a toda prisa. Tenía miedo de que la llamada sea más corta de lo que iba a ser. Las primeras palabras que escuchó fueron: Hola, ¿Cómo estás?, y la última: Adiós. Decepcionado, manoteó un libro que se caía de la biblioteca. Hojeó un par de hojas, leyó por arriba un par de frases y cerró el libro. Sin embargo, no recordaba nada de lo que leyó. Ni siquiera recordaba lo que supuestamente el cobrador del alquiler le dijo por teléfono. ¿Qué me está pasando? Se preguntó.

De pronto, mientras Tao caminaba por el jardín de su hogar, el cielo se abrió en dos y un misterioso rayo de luz rojo descendió hasta llegar a él. Todo comenzó a darle vueltas. Se sentía mareado, en un barco y un carrusel al mismo tiempo. Lamentablemente, la casualidad quiso que se olvidara donde la botella de vino quedó la noche anterior, si un duende la transportó a su escondite.
La última pastilla que ingirió fue una aspirina para las jaquecas, dolor que alivió rápidamente, al chocar
su rodilla con una silla.
Las cortinas ondulaban como banderas al sol, el piso era una pista de hockey sobre hielo, y sus pies permanecían enterrados en el lodo y sujetados por manos deformes del tártaro.
Sus brazos se movían hacia atrás y delante en perfecta sincronía con el tiempo que marcaba el ritmo de la música, a los costados, abajo y arriba. Sus piernas se inclinaron. Cuando sonó el despertador y vio el sol rojo del atardecer.Rojo en el cielo como una bola incandescente.Se lavó la cara, y cuando volvió a mirar por la ventana, el sol no era el único astro que se divisaba en el horizonte. Al lado del mismo, entraba en escena una bola que cambiaba de color y se hacía cada vez más grande.La bola iba tapando al sol como si fuera un eclipse.Era tan real y el calor tan intenso que Tao abrió una cerveza helada.Saciaba su sed mientras observaba como la bola mutaba su tamaño
y se volvía cada vez más grande.Tan grande,que estaba a tres metros y un segundo de impactar.Va a estrellarse contra la superficie del planeta y justo en su casa.Sin posibilidades de desviar su trayectoria.Todos se habían ido de la ciudad, como una procesión a la luna.Él se olvidó de leer el periódico, y lo mas importante, ver el noticiero en la tv, donde alertaron mil veces que evacúen la ciudad.

"Quedan 10 horas para dirigirse al bunker que queda aproximadamente a 3000 km de distancia. Cuando llegues a la instalación desciende 5000 metros bajo tierra. Hoy caerá un meteorito devastador".

Invierno. La era del hielo.

Un día atrás iba a pescar, y ahora se encontraba enmarañado en la difícil situación que afrontaba como un paracaidista con una cruz en la espalda. Por un lado, sentía que sus músculos congelados no respondían y sus huesos crujían como hielo escarpado. Por otro lado, el inminente calor que sentían hasta las plantas. El calor descomunal era peor que un puñado de arena caliente entre las manos, era una masa cósmica que no perdonaba a nadie. Podías congelarte y al cabo de un minuto te convertías en escarcha, o podías calcinarte de calor y reducirte a cenizas. No había forma de que otro clemente hombre de ciencia te despertara dentro de trescientos años por medio de recursos criogénicos. La era de hielo era igual a la era de la desintegración total. Entonces calculó que faltaban pocos segundos para que su vida se convierta en escarcha o cenizas. El no vivió en los tiempos de la era de hielo, sin embargo, estaba por experimentar algo mucho peor.

De pronto se oyó una voz desde las alturas que bramó: -Hola terrícolas, están rodeados, salgan con las manos en alto-
Abrió la puerta y miró hacia los cielos. Algo se acercaba. Lento pero seguro. Caminó diez pasos y cuando giró vio la enorme nave espacial que había estacionado en el techo de su casa.
Se sorprendió cuando la voz parecía gritarle en el oído, y es que detrás de él un engendro peludo de otro mundo movía sus tenazas y sus antenitas y amenazaba con atacarle.

-Quédate quieto, no tienes escapatoria, vociferó.
-¿Qué quieres de mi?
-Vengo a llevarte conmigo, a mi planeta.
-Éste es mi planeta, aquí tengo mi hogar.
-Vamos, toma un vino para el viaje y ven conmigo, no te haré daño.
-Está bien, espérame, ya regreso.
El engendro se dio a conocer como Bubachu, un pacífico guerrero imperial proveniente del sistema Zeta Reticuli.
-Tienes suerte que hoy visitaba tu planeta, de lo contrario, hubieras muerto.
- Muerto, ¿Por qué?
-Por el meteorito.
-Ah!
-No son amistosos los meteoritos, ni los cometas, impactan sin avisar, nosotros llevamos un registro de todos los asteroides y meteoritos que impactaron tu planeta a lo largo de la historia. Están los que se van, y regresan para chocar en su objetivo, y este meteorito en particular, no es el mismo de la vez pasada, su masa es mas grande.

-Sí, sin dudas, que no. ¿Y cuál es?
-Nosotros le llamamos el gran 9996ANS-X, es el padre del asteroide 9996ANS, y por otros nombres como: Shatur, Labur, Quatie. En nuestro mundo se sostiene la creencia que es la encarnación de un Dios en un meteoro, y que está visitando por estos días tu planeta.
-¿Y para qué?
-No son vacaciones justamente, creemos que pretende destruirla.
-¿Destruirla?
-Sí, y estoy viendo que no me equivocaba.
-¿De qué hablas?
-Mira por ti mismo a través del retrovisor.
Cuando Tao miró por el retrovisor se dio cuenta que faltaba algo.
-¿Has visto? Cómo te decía, lo peor de todo es que ya ocurrió y no podemos hacer nada para evitar el desastre, es demasiado tarde.

Tao se estremeció, recordó las teorías de la física que nunca creyó se cumplirían. Que los descubrimientos y las hipótesis de la física no guardan relación con las profecías. Y en ese instante descubrió la fehaciente analogía entre ambas y cuanto tienen en común.

-Era como yo creía.
-¿Creías tu, amigo, que la tierra se salvaría?
-No. Lo que yo creía es que muchos científicos se equivocaron, y ya veo que es así.
-¿En que se equivocaron?
-Es un error de ellos no haberle prestado atención a las profecías.
-Es cierto… ¿Pero sabes? los marcianos hacemos las veces de Dioses, no te voy a mentir, es un secreto, no le digas a nadie ¿me lo juras por tu planeta?
-Se lo juro.
-Había hombres de tambaleante fe y creían que íbamos a salvar a los elegidos nuestros de Jerusalén, nomás, o que íbamos a salvar científicos, y ya ves, no los salvamos, es que en realidad no somos Dioses, somos de otro planeta para su concepción. Si somos como Dioses, en nuestro planeta: la naranja flotante. En nuestro mundo hay dos soles, hay agua, no tan distinta a la terrestre originada por el hielo de los asteroides que impactaron la tierra hace millones de años, como sabrás sus mares son extraterrestres.Contamos también con un desierto, y el color predominante es el naranja, nos fascina. Por eso le llamamos el planeta naranja porque construimos nuestras casas con naranjas, las calles las hacemos con naranjas y pintamos todo de naranja. En el medio del mar de las anchoas naranjas tenemos nuestra boya flotante naranja en honor al Dios naranja, cumplido el aniversario 100 de su muerte hace 100.000.000 de años. Quedó sepultado debajo de un meteorito.

-Que bella historia la que me cuenta.
-Y eso no es todo. Sé que debes extrañar a las especies de tu planeta; animales y hierbas. No te preocupes, porque tenemos perros, gatos, ballenas con alas, orcas, vacas, leones, tigres, velocirraptors, terodáctilos, insectos gigantes, rinocerontes, y hasta mariposas. Te sentirás como en casa hombre.
-Ya lo creo. ¿Y llegaremos pronto?
-Es un viaje largo, ten paciencia, la paciencia del samurai y el ataque del tigre. Te contaré las bonitas historias que se cuentan en Uranus para que no te duermas.

Tao cayó en una suerte de trance hipnótico. Se vio en la playa con dos hermosas mujeres disfrutando del bronceo proporcionado por el tibio sol del mediodía. En su sueño caía un meteorito en el mar avivando un tsunami monstruoso, y se despertó súbitamente.

-¿Te has dormido Tao?
-¿Cómo sabe mi nombre?
-Lo sé, es todo. Puedo leer las mentes y saber datos de las personas a las que escaneo con mi antena cósmica.
-No debería hacerlo.
-No te preocupes, es para fines benéficos. Has estado soñando y en tu sueño estabas con dos hermosas mujeres en la playa y viste un meteorito.
-Que sueño más aterrador.
-Ojalá hubiera sido sólo un sueño. Tu planeta ya no existe.
-¿Qué me decía?
-Te decía que tengo bonitas historias que contarte. Quiero decirte que existe una solución al problema de la desaparición de tu mundo en esas patéticas condiciones.
-¿Cuál es?
-Verás, hace tiempo, descubrí un planeta parecido al tuyo y lo bauticé con el nombre de Uranus, su apariencia es similar a Urano aunque su clima es distinto, y hay vegetales xenomórficos. En Uranus tenemos vida a diferencia de Urano. Descubrimos que hace tiempo un meteorito causó la desaparición
de la raza uraniense. Tiempo después se creó vida otra vez. Una legión de uranoides que vivieron en paz durante nueve siglos. Finalmente el meteorito Uranus X hizo su trabajo y acabó con las esperanzas que depositamos yo y el tribunal regente de la galaxia en esas vidas pacíficas. El tribunal regente en sí, es un ente benefactor en son de la paz, y es el encargado de dar vida y encontrar hogares en distintos planetas habitables del sistema solar, y otros sistemas, a quienes imperiosamente necesiten.
El sistema es como el terrestre dentro de un aparato político llamado comunismo, nadie es más que nadie, porque nadie tiene mas bienes que nadie, así el materialismo es parejo entre las personas, hemos logrado sí, la sociedad utópica perfecta del comunismo en Uranus, en la Tierra no se ha podido lograr. El comunismo agonizó en Rusia en 1917, y posteriormente murió con la mala suerte de la caída de Gorbachov de su trono celestial.
Cuando ocurre un hecho de semejante magnitud, a veces salvamos a uno, a veces a varios, y otras veces a nadie. Como te dije, tuviste suerte Tao que andaba por tu mundo con mi nave y te traje conmigo. Iremos hasta el borde del universo.

-Tengo prisa por llegar.
-Mi aspecto te parece desagradable. En realidad tú me ves así, y no soy así. Los terrícolas me ven como quieren verme y quiero mostrarles mi verdadera apariencia natural. A nadie le he mostrado mi verdadero rostro, cuerpo y forma.
-Haces bien, lo que importa es el espíritu.
-Eso lo dices por compasión, y yo no puedo más que compadecerme de tu planeta ya desaparecido.

En ese instante apareció otro engendro peludo casi idéntico.

-¿Quién es él? -dijo Tao
-No temas, es mi buen amigo Tut.
-Hola terrícola.
-Hola engendro.
-Llámame Tut.
-Está bien, Tut.

Tut estiró su lengua de dos metros, enroscó y lamió el rostro de Tao. Con sus tenazas le acarició sus hombros, al tiempo que movía sus antenitas y sus ojos se apagaban y encendían.

-No me veas como si fuera el gris reptil con cuernos de tus pesadillas. Te mostraré mi verdadero yo, Tao.
-Eh, ¿pero cómo es posible? Tao movió los ojos hacia un lado.

Bubachu era ahora ante los ojos de Tao la anatomía perfecta. Una mujer hermosa con dos grandes senos, ojitos achinados, quizá por el resplandor de las luces del control de la nave, y rostro encantador, con piernas y glúteos firmes, un cuerpo que cumplía todas las expectativas del buen amante, una suerte de chinita extraterrestre.
Por si pensaba en tener sexo en el espacio exterior, Bubachu le informó que era buena idea, porque así es la vida y la comunicación entre las diferentes especies interplanetarias.

-Yo soy así como me ves ahora, nací de un androide y un humano. Tut es de nuestro planeta con padres de otra especie evolutiva.
-Me enamoré- exclamó Tao-.
-Oh, mi alma.
-¿Creen en el alma?
- Por definición el alma es el amor y el sufrimiento cuando te rompes el alma, en nuestro diccionario Uraniense podemos leer que el alma pesa 43 naranjas y es cierto, porque yo he pesado mi alma en mi balanza Uraniense. Dijo Bubachu.
-Vaya que interesante y… ¿Hay una especie más avanzada que la vuestra?
-Los humanos han evolucionado mas que los simios, dijo Tut. En el siglo XXIII descubren como viajar al pasado. Los humanos están dentro de un video, la cinta se estira a lo largo de la historia pero no saben cómo viajar hacia atrás y hacia adelante en el tiempo. Se podrían mover linealmente, de hacerlo según la teoría del caos afirma, la cinta explotaría con mariposa y todo. Su libre albedrío es tan limitado como su física. En el siglo XXIII un hombre descubre el método correcto de viajar al pasado sin efectos contraproducentes para un organismo pluricelular, a través de un agujero naranja, el problema fue que no supo como regresar al futuro. El presente no existe, el pasado y el futuro están en la cinta. Hay quienes ven la cinta y no son los humanos, porque ellos están en la cinta. Quien sostiene el control remoto, digamos papá Tut, retrocede, pausa, stop, play, hacia atrás, hacia adelante, hace lo que quiere con sus criaturas.

Tao no comprendía bien el concepto de Tut y se limitó a decir: Que interesante.

-Mira Tao, hay cosas que no sabes, lo comprendo, así que te contaré más.
-¿Entonces no hay un planeta igual al mío en otro lado?
-Déjame contarte Tao, así entiendes mejor. Estoy refiriéndome a los humanos, no a los Dioses, ni a otras razas alienígenas. Un humano descubrió como viajar al pasado en el siglo XXIII, y viajó al 21 de diciembre del año 2012, es decir, al día de hoy.
-¿Cómo, quién?
-Aquí está con nosotros.
-¿Dónde? No puedo verlo.
-Hola mi nombre es Bulk y tú debes ser Tao, me hablaron demasiado de ti. Yo me exilié del planeta Tierra en los siglos muertos, también me raptaron, digo me llevaron, al igual que a ti, en son de paz, mi exilio fue voluntario. Yo creía que había sido Dios, y me equivoqué, fueron seres como ellos, los uranienses. Tengo mi residencia en Atila, una de las lunas del planeta Uranus. Ahora estamos en un disco volante.
-Encantado de conocerte Bulk.
-Como decía Tut yo descubrí en el siglo XXIII la maravillosa forma de viajar al pasado. Lamentablemente, nunca supe como regresar al futuro. Ahora ellos, tal vez puedan. Viajaremos al futuro, en cierto sentido.
-¿En cierto sentido?
-Mira Tao-dijo Tut-. Estamos viajando hacia Uranus y usaremos la calle espacial más rápida, atravesando el túnel escondido en el agujero verde.
-No comprendo, ¿Viajaremos al futuro o simplemente viajaremos al planeta Uranus?
-Es que nuestro planeta está en el futuro, Tao. En tu tiempo aún no ha sido descubierto, no sabían que existía. Un planeta similar intervino en el origen de la luna, que como debes saber, la luna se originó por el desmembramiento de material terrestre, cuando chocó un planeta contra la tierra millones de años atrás así es que pedazos de la tierra le dieron vida a la luna.
-¿Si viajamos al futuro cómo…?
-Al atravesar el agujero verde apareceremos en nuestro mundo Uranus en el tiempo preciso, no te preocupes, todo va a estar bien.
-¿Y qué tiempo es ese?
-Nos regimos por el tiempo uraniense, un año son 3 días, un mes dos días y un día treinta segundos. Desde allí, nuestro amigo Bulk tomará un expreso espacio temporal hacia su tiempo, en el planeta tierra del siglo XXIII y tú también si quieres.
-¿El planeta sigue existiendo?
-Ya sabes, tal vez te parezca un poco diferente.

Tao sentía que no le contaban todo y creyó que por el asunto de que se creían Dioses de todo el sistema.

-¿Qué saben de los ovnis?
- Lo que ustedes llaman ovnis, nuestros aparatos que ven cuando sufren un desperfecto técnico, los auténticos, ademas los militares de tu mundo tienen naves a las que llaman ovnis. Y lamentablemente ya no podemos visitar la tierra de tu tiempo.No creas que no compartimos tu tristeza. Nos agradaba tu planeta en esos días tan memorables.

Bubachu acarició la mejilla de Tao en un gesto de solidaridad, lástima y compasión. Tao se sintió enamorado, y volvió a preguntar: ¿Cuánto tardaremos en llegar?
-Ya verás Tao, nuestro maravilloso planeta, estamos por llegar al agujero verde. Dijo Bubachu.
Tao dormía la siesta, mientras los uranienses hablaban entre ellos.
-Hay problemas dijo Bubachu.

Todos en la nave se estremecieron. El agujero verde no estaba en donde se supone debiera estar, en las coordenadas correctas, por lo que debieron virar la nave hacia el este. Una vez llegaron a las coordenadas precisas, que según los uranienses es: coordenadas naranja 10 grados N y naranja 50 grados E, se encontraron con un agujero rojo.

-¿Qué haremos ahora? Dijo Bubachu.
Tut dijo: Atraviesa el agujero rojo y saldremos al otro extremo de la galaxia. Pasaremos por la dimensión Utraquense de Tlön.

La nave se dirigió hacia el agujero rojo y el temblor de la chatarra espacial sacudió a Tao.

-¿Qué ocurre? Preguntó.
-No es nada, es la turbulencia que sentirás atravesando el agujero rojo, abróchate los cinturones.

Luego de la nefasta turbulencia, la nave navegaba en el singular y silencioso espacio abierto, lentamente y con la calma de un cometa.

-Mira Tao, que hermoso espectáculo, son pequeños asteroides, como el corazón de esta nave, dijo Tut en tono de broma. Tao permanecía con la vista clavada en los sectores íntimos de Bubachu.
-Quiero salir de aquí, dijo Tao en un ataque de pánico. Se puso en pie y comenzó a temblar.
-Espera Tao, no puedes irte ahora, no estás en tu planeta.
-No importa, prefiero quedar a la deriva espacial que estar con unos dementes alienígenas.
Enseguida Bubachu le aplicó una inyección somnífera que indujo su sueño al éxtasis religioso y Tut y Bulk lo amordazaron para que no dañe a nadie, ni a si mismo.

Tres y un cuarto de naranjas uranienses mas tarde, la nave llegaba por fin al borde del universo. Allí, un agujero naranja, en otras palabras, un portal que los conduciría (quien sabe exactamente a cuando y a donde) No les quedaba otra alternativa que apagar los motores, porque de continuar a la velocidad de la luz volverían a donde empezó todo: al principio del universo, segundos antes del Big Bang, y en el peor de los casos, al Big Bang mismo.

La nave Uraniense aún continúa a la deriva por el espacio, podría arriesgarse la hipótesis de que lo hará perpetuamente. Tao ha envejecido sus años, y ya prácticamente se ha convertido en un Uraniense más. Extraña su planeta, y mantiene la esperanza de poder regresar a su mundo un día pacífico y de cualquier siglo, tal vez anterior, tal vez posterior, a cuando vivía su pacífica vida antes del impacto del gran meteoro Shatur, Labur, Quatie.


Texto agregado el 06-11-2009, y leído por 319 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
02-12-2009 me encanto!!! Bien narrado 5* escritor_ad_honorem
28-11-2009 1* Murov-
27-11-2009 Es un entretenido texto de ciencia ficción. Es un genero que particularmente me gusta, ayer precisamente escribi un cuento con una tematica similar. Llevas la historia bien y es envolvente, pero de repente es un poco largo y te pierdes. Es solo una opinión, cuestión de gustos, habrá a quien así le parezca perfecto. Un gusto saludarte y conocerte. 5* Azel
27-11-2009 Los asuntos interplanetarios me dan curiosidad. Tienes una gran fantasia galactica en el cuento. 5* adivinaquiensoy
11-11-2009 Interesante historia de ciencia ficcion, me sumergi en el trama. Mis estrellas ********** sirenadelmar
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