Una breve divagación.

La vida es a veces como un castillo de naipes. Se necesita construir una base sólida si se quiere llegar alto.

Pero no importa que tan alto o resistente parezca nuestro castillo: si llega el lobo a soplar y soplar y soplar, tarde o temprano el castillo caerá. Si llega una mano ajena y retira una y sólo una carta, el castillo caerá. Si acaso intentas moverlo de lugar, el castillo caerá.

Lo mejor es no construir un castillo de naipes. Y si lo haces, por favor, no lo habites. Te puede caer encima. Y un castillo de naipes puede parecer ligero si se cae con sólo soplarle. Pero, ¿cómo crees que se sentiría el peso de un millón de cartas sobre tu cuerpo? ¿Lo has sentido?

Un castillo de naipes puede ser derribado con sólo soplar. Pero muchas, muchas cartas, constituidas por el esfuerzo de horas, días, quizás años que te tomó construir tu castillo, sí que pesan... y pesan demasiado.