Dormías… me alejé un poco de ti, lucías tan bien. Respirabas hondo y en ese momento sólo desee ser aire: que me aspiraras profundamente y me aprovechases en tu interior, recorrerte completamente y salir de ti transformada en un suspiro.
Me quedé absorta viéndote, admirándote. Elaboraba mil historias en mi mente sobre tus posibles sueños ¿qué tal si eran la continuación de los míos que dejé inconclusos?
No podía alejar la vista, sin embargo temía que despertaras. Te sentía tan próximo y lejano. La inocencia se entremezclaba con un toque sensual, la sábana no cubría toda tu espalda, me acerqué a dejar que mis dedos deambularan por este camino descubierto.
Mientras tú dormías yo te abrazaba, te protegía, incluso te dije todo lo que sé que no me atreveré cuando estés despierto. Me respondiste con una sonrisa ¿Me mezclé en tu sueño?
Mientras dormías yo me sentía en un sueño a pesar de estar despierta. Me di cuenta ¡Eres real!... eres lo que no esperaba, sin embargo llegaste y resultaste ser la mezcla exacta. Soñamos.
Corrí la cortina, el sol comprendió la invitación y mandó su luz a cubrir la habitación, se convirtió en el cuadro perfecto de la cotidianidad... gemiste unos segundos, temía despertarte, giraste y volviste a tu posición; me gustas ¿sabes? todo en ti, lo que haces, lo que dices, lo que sé que callas y lo que no sabes que tienes.
Al fin despertaste, me viste viéndote; con una sonrisa perezosa me dijiste aquel –Hola amor- susurrante que fue lo que necesité para tener el mejor día de mi vida; aquel que pasé contigo y no ha dejado de ser –hoy-; eliminamos el ayer y no nos interesa el mañana. Espero verte dormir de nuevo |