Bajé del vehículo y tuve cuidado de cerrar el precinto para que nadie lo tripulara y perdiera la posibilidad de volver. Caminé con el equipo hasta el complejo que relucía bajo la luna de la media noche y me paré ante la puerta principal dispuesto a iniciar los protocolos de apertura.

Abrí la puerta del edificio, entré con el equipo de mantenimiento y espere que los ojos se me acostumbraran a la oscuridad.
Caminé por la alta sala en penumbras y distinguí a lo lejos el bulto enorme de la cámara de resonancia.
Me detuve junto a la esclusa y digité el código secreto de apertura memorizado.

Entré a la cámara de resonancia y cerré la esclusa de tras mío, avancé en la semi oscuridad del techo abovedado y ubiqué en el centro, la estancia de aislamiento.
Encontré la compuerta apenas diferenciada del resto de la estructura y el lector de cornea que la abrió, en cuanto miré fijo el punto rojo.

Traspuse la compuerta que rápidamente volvió a su lugar, encerrándome en la estancia de aislamiento y avancé en línea recta hasta la sala de concentración de flujos positivos que coincidía con el centro del lugar.
Frente a la trampa de entrada de la sala, apoyé mi mano derecha y el digito lector encendió la luz verde de reconocimiento.

Agachado atravesé la trampa de entrada y gatee por el piso de placas hexagonales que me condujo al nodo del reactor.
Frente a la boca de acceso del nodo, agobiado por la baja altura del recinto que lo contenía y por la pequeñez de la boca de acceso por donde tendría que acceder, empecé a temer que los protocolos de acceso para el mantenimiento del Generador Central de Fractales, jamás tendrían final.