Esta será una noche más donde me sentaré en una mesa con mi mejor poema, una edición borroneada que simule estar en proceso, hasta que llegue ella y me pregunte qué hago, y yo levante la vista y le dedique un verso a sus ojos, invitándola a sentarse. Si se sienta, romperé el borrador ante ella y agradeceré sea mi nueva musa.
-Gracias- Digo yo.
-¿Por qué lo dice?
- Por liberarme.
- ¿De qué? -Pero ya quisiera que me dijera- ¿De qué fantasma quiere liberarse?- No me importa el trato de usted.
- Llevo días bloqueado, intentado terminar un poema. Me he dado cuenta que se me diluyó la poesía en cada minuto que pasó. Y usted me ha devuelto a la vida.
- Pues me alegro. De muerto no se vería bien. ¿Y que he ganado yo con devolverlo a la vida?
- Mi salvación, que tiene por nombre… ¿Cómo se llamará su poema?
- jajajaja. Ingenioso. Usted es un seductor y sólo quiere mi nombre
- Se equivoca mi niña. Soy un seductor, pero no me conformo con su nombre.
- ¿Y que más le apetece? ¿De que otra cosa hay que salvarlo?
- De sus ojos.
- Ay, si supiera lo que han llorado.
- Lo sé- No hay nada mejor que llegar después de un idiota, canalla y golpeador.
- ¿Y por qué me preguntas tantas cosas? Es la primera vez que me tutea, pero hago omisión de ello.
- No pregunto, creo que soy la respuesta.
- ¿A qué?- Pregunta ella refugiándose, algo tarde.
- A sus lágrimas.
- Nunca tan llorona.
¿Y no me respondiste, que haces, por qué escribes?
- Escribo por ganas, podría cantar, bailar, nadar contra corriente, trepar cerros, pero al escribir tengo todo eso, incluso más.
- ¿Que más?
- Curiosa.
- Soy mujer.
- Justamente.
- ¿Es que me quieres seducir?
- Ya no.
- ¿Por qué, te parezco fea?
- No, al contrario, eres adorable.
- ¿Entonces?- Y hace un mohín con su boquita
regalona.
- Entonces no me conformo con seducirte.
- ¿Y qué quería su señoría?
- Escribir de ti, sobre ti, que me sorprendas
escribiendo y mires sobre mi hombro, que yo
sienta tu aroma, me de vuelta y te robe un beso
antes de esconder el papel con mis poemas tristes.
- ¿Por qué tristes?
- Siempre es triste amar.
- Nunca me han escrito un poema de amor.
- Nunca te he escrito un poema.
- No debes tener tiempo entre tantos amores.
- No.
- O sea, eres un don Juan.
- No- Y por fin extiendo mi mano en busca de la
suya en el largo camino de la corta mesa.
- ¿No qué?
- No tengo amores, solo poemas, o sea, no soy un
don Juan. Sólo un remedo triste de don Juan.
- ¿Qué es un remedo?
- Una copia, una imitación.
- Es bien difícil usted para contestar.
- ¿Lo del remedo?
- No. Lo de qué quería su señoría.
- Te quiero a ti.
- Y era tan difícil decirlo.
- Me es fácil cuando lo escribo.
- Te traigo una servilleta y un lápiz.
- Los papeles terminan extraviándose, prefiero
escribir en la piel.
- Lo malo es que esa tinta no se borra, pero los
amores sí. Y seré yo quien siga caminando con
sus poemas en la piel.
- ¿Tienes miedo?
- Un poco. Ya te dije lo que he llorado.
- Será hora de que rías.
- Me conformo con no llorar.
- Entonces, todo sobre eso es triunfo. Si llora,
lloraremos juntos, pero por algo que valga la pena.
- ¿Cómo una película?
- Claro. El mejor cine es el que se ve de a dos, se
llora o se ríe de a dos, y luego todo se diluye en
la piel al dormir juntos. El cine muchas veces no
pasa de ser un instrumento y no un fin.
- Me perdí.
- ¿En qué momento?
- Cuando me diste las gracias por liberarte.
- Ah, hablábamos de cine.
- No precisamente. Yo hablaba de la vida, de llorar
y reír.
- ¿Y yo?
- Creo que también pero con otras palabras.
- ¿Viste “Los puentes de Madison”?
- ¡Siiii!
- ¿Lloraste?
- Claro pu. A moco tendido.
- De eso se trata, de que hay momentos en que
todos apuestan a un sí, y todos confían sus
esperanzas en el amor de otros. Es lo que te
ofrezco. Di que sí y cambia la historia.
- Buena Oh Clint Eastwood.
Perdona, es que entre tú y… perdona por reir.
- No te disculpes, soy yo el que provoca.
- Lo último que me dijo es que me quería. ¿Es
cierto?
- Es cierto y ya dije que me cuesta decirlo.
- No necesito que me lo diga, lo veo en sus ojos.
No, no me haga caso, necesitaré que me lo diga
de vez en cuando, y que vaya escalando en ese
te quiero, pero que sea sincero.
- Es lo único que te puedo ofrecer.
- Es lo único que necesito.
Ya que usted juega al tímido ¿Nos vamos?
- Nos vamos.
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