LA DAMA SIN PIEDAD
¿Dónde vas, caballero armado,
errando solitario y pálido?
El junco se ha marchitado en el lago
y no cantan los pájaros.
Estos versos son la traducción de la primera estrofa de un poema de John Keats (1795-1821). Trata del encuentro de un caballero con una misteriosa dama, llena de belleza, largo cabello, pies menudos y ojos silvestres. El caballero se refiere a ella como hija de un hada. Él teje una guirnalda de flores para su pelo y ella le mira como si le amara. El caballero la sube a su caballo, y ella le canta canciones de hadas. La dama le ofrece raíces dulces, miel silvestre y rocío celestial. Luego le lleva a su gruta encantada, donde él cierra sus ojos con besos. Ella le hace dormir con sus caricias, y el caballero queda sumido en un extraño sueño, en el que reyes, princesas y caballeros, todos pálidos y con labios fríos, exclaman hacia él: “La bella dama sin piedad te ha hecho su esclavo”. El caballero despierta y se encuentra solo en la ladera de la montaña. Y en la última estrofa del poema responde así a la pregunta del poeta:
Por eso sigo aquí,
errando solitario y pálido,
aunque el junco se ha marchitado en el lago
y no cantan los pájaros.
Esta triste historia recoge una leyenda que, con distintas variantes, es común en los países de cultura celta, si bien Keats la adorna con elementos singulares. Aunque no se menciona en todo el poema, la muerte está muy presente en estos versos. Los ojos salvajes de la dama, y sus canciones de dolor no pueden sino provenir de la personificación de la muerte, que enamora al caballero para hacerlo suyo. El poeta, al describir al caballero, relata que está pálido y lleva un lirio en la frente, para significar que ya la muerte lo ha convertido en su esclavo. Lo mismo que dicen los personajes del sueño, ánimas pálidas de labios fríos.
El poema está compuesto en doce estrofas de cuatro versos, el último de pie quebrado, y rimando el segundo y el cuarto. Parece ser que Keats no seleccionó este poema para publicarlo, pues no lo encontraba muy consistente. Pero su hermano lo rescató y ha llegado a ser uno de los más famosos del autor. El título “La Belle Dame sans Merci”, lo tomó Keats de un poema escrito por el poeta francés Alain Chartier en 1424. Respetó incluso el idioma original, pero no así el tema, pues en el poema medieval no hay elementos fantásticos, sino una trama de desengaño amoroso en el que un poeta se queja ante una dama que no corresponde a su amor.
Algunos comentadores de su obra afirman que Keats se inspiró en la figura de Lamia, otro personaje mitológico de mujer sin piedad. Pero si fue así, la relación entre ambas figuras es muy débil. Lamia era hija de Poseidón y Libia, y Zeus la hizo su amante. Hera, en venganza, la transformó en un monstruo y la condenó a no poder cerrar los ojos. Pero en el poema de Keats, el caballero consigue cerrar los ojos de la Dama al besárselos, por lo que no pudo ser la misma Lamia.
Tal vez fuera la otra Lamia, la de la mitología judeo-babilónica, la hija que Adán tuvo con su primera esposa Lilith. En otra columna me he referido ya al mito de Lilith. La historia de su hija Lamia es también fascinante y aterradora. Tanto que puede merecer otra columna para ella sola.
Y al igual que en otras columnas que dedico a esta serie de misteriosas figuras femeninas, no puedo dejar de mencionar el tratamiento que ha tenido el tema en la pintura pre-rafaelista. Varios pintores de esa escuela lo han tratado. Doy a continuación las direcciones de internet donde pueden verse los cuadros de Dicksee, Waterhouse, y Cadogan Cooper. No son los únicos. Dejo a la curiosidad de los navegantes el hallazgo de alguno más. En el primer cuadro, el de Dicksee, la dama va montada en el caballo que el caballero, a pie, sujeta de las riendas. Ella luce la guirnalda de flores en el pelo y ambos se miran embelesados. En el cuadro de Waterhouse, la dama está sentada en el suelo y atrae hacia ella al caballero envolviendo su cuello con un pañuelo. En el de Cowper, el caballero yace por tierra y la dama está en pie con un amplio vestido rojo, en actitud triunfante y los brazos en alto en lo que parece el inicio de una danza flamenca. En los tres cuadros el caballero lleva puesta la armadura, y en los tres la dama tiene el pelo color de fuego. ¡Ojo con las pelirrojas!
Frank Dicksee:
http://www.artrenewal.org/asp/database/image.asp?id=228
William Waterhouse:
http://www.jwwaterhouse.com/view.cfm?recordid=65
Frank Cadogan Cowper:
http://www.illusionsgallery.com/cowper1.html
A continuación copio la versión original del poema de John Keats, mejor dicho, una de las dos versiones, pues el poeta publicó dos con pequeñas variaciones.
LA BELLE DAME SANS MERCI
BY JOHN KEATS
O what can ail thee, knight-at-arms,
Alone and palely loitering?
The sedge has withered from the lake,
And no birds sing.
O what can ail thee, knight-at-arms!
So haggard and so woebegone?
The squirrel's granary is full,
And the harvest's done.
I see a lily on thy brow
With anguish moist and fever dew,
And on thy cheek a fading rose
Fast withereth too.
"I met a lady in the meads,
Full beautiful -a faery's child,
Her hair was long, her foot was light,
And her eyes were wild.
I made a garland for her head,
And bracelets too, and fragrant zone;
She looked at me as she did love,
And made sweet moan.
I set her on my pacing steed,
And nothing else saw all day long,
For sidelong would she bend, and sing
A faery's song.
She found me roots of relish sweet,
And honey wild, and manna dew,
And sure in language strange she said
'I love thee true.'
She took me to her elfin grot,
And there she wept, and sighed full sore,
And there I shut her wild wild eyes
With kisses four.
And there she lulled me asleep,
And there I dreamed -Ah! woe betide!
The latest dream I ever dreamed
On the cold hill's side.
I saw pale kings and princes too,
Pale warriors, death-pale were they all;
They cried -'La Belle Dame sans Merci
Hath thee in thrall!'
I saw their starved lips in the gloam,
With horrid warning gaped wide,
And I awoke and found me here,
On the cold hill's side.
And this is why I sojourn here,
Alone and palely loitering,
Though the sedge has withered from the lake,
And no birds sing.
Alejandro Torres Altorcan
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