Quiero izar un libro para ti,
que brote de un árbol
deshojado con mis manos,
sembrar sus nervaduras,
en dos tierras y cien surcos
que recreen los pecíolos
nacidos de palabras.
Rozaré la celulosa con mis yemas,
y los residuos de humedad
que me alumbran todavía,
luz oblicua que le hace sombra
a la luna de sillar que nos habita.
Papel áspero, códice níveo,
beberá mi tinta de canto nuevo,
de letra libre, confiada compañía,
la dejaré en tu puerta,
con tenaz mordedura.
Dirá de la suavidad de tu dureza,
de la sabia deidad que te habla,
de tus sueños, perdones sin castigo,
mano desasida, beso trunco,
callada siembra, voz ausente,
concilio, criba, cedazo,
río en lagunas, lenta esperanza.
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