Soy Susano Zabaleta y conozco al escritor desde hace mucho tiempo. La verdad, somos amigos pero también como encontrados y si él dice que era blanco, yo, que negro y nunca nos poníamos de acuerdo. Cuando el sudor de las manos chorreaba y la lengua se hacía pastosa era entonces cuando poníamos fin a la cuestión y, decíamos salud y pedíamos otra cervecita. Así, todos los sábados. Un día dijo que no tomaría, porque estaba practicando la escritura y deseaba hacerlo como los ángeles. Perdí la cuenta de las semanas en que no tuvimos ninguna charla, la verdad fue mucho tiempo en que no probé ninguna bebida espirituosa, pero ese día, pareciera que el infierno había cambiado de domicilio y fui a su departamento. Abrí resueltamente la puerta sabiendo que allí estaba. Lo encontré sumido en la lectura y escribiendo no sé qué cosas en su computadora, a los lados una pila de libros, que identifiqué por lo grueso con diccionarios de la lengua.
No se inmuto.
-Espérame, no te vayas, termino esta frase y te atiendo, además quiero enseñarte algo.
Con esa dichosa frase, me tuvo más de media hora. "Ya termino ya termino", repetía. y se iba a los diccionarios, a los antónimos y a punto estuve de mandarlo a la chingada, muy serio, se levantó del asiento.
-Sabes Susano que siento que no tardaré en escribir como los ángeles. Como tú sabrás, de acuerdo a la morfología del señor Tademus, los ángeles tienen piel y en la espalda, las plumas con la que graciosamente se forman las alas.
y sin que me lo esperase, se quitó la camisa, la camiseta y se volteó.
- ¡Mira! ya me están saliendo las alas.
Yo por más que miraba, no acertaba a ver lo que él decía
-Cuáles alas -pregunté.
No seas ignorante ¿Qué hay antes de las alas? sólo tienes que fijarte en los plumiferos y antes de que éstas salgan, la piel enrojece y después, poco a poco hacen erupción. Primero brotan las puntas de los caños, que posteriormente se enramaran de plumas. Fíjate bien y me enseñaba más la espalda.
-¡Acércate más! -dijo furioso.
Y me acerqué. Sólo veía puntos rojizos...
-¡Tócame!
Y toqué. Se sentían como pequeños nódulos, y sí, estaban enrojecidos.
-Es el principio de mis plumas... y dentro de poco, escribiré como los ángeles.
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