Gral Valle
-¿Cómo me dijiste que se llamaba el pueblito donde naciste? -Pregunto ella.
- Gral. Valle. Contesto el.
- ¿Lavalle? Pregunto como si hubiera escuchado mal.
- No, Valle, por el Gral. Valle fusilado en el `56.
- Ah…
- No sabes quien fue Valle. ¿No?
- No.
-Antes se llamaba de otra forma, Villa de Alzaga, por los dueños de las estancias que estaban por esa zona. Pero hace un par de años, la gente de Valle decidió llamarse así.
-¿Y como se llaman? ¿Vallecitos? ¿Vallenos? ¿Vallleee…
- Vallenses –interrumpió el.
Mientras miraba por la ventanilla como los postes de luz se acercaban uno a uno le pregunto si tenia novio. Ella estaba sola.
Como consecuencia de la primera pregunta ella le pregunto a el si también estaba solo, le dijo que si.
El micro se detenía en cada tranquera, además como era la hora de la salida de los chicos de la escuela los guardapolvos blancos habían poblado el colectivo.
- ¿Estas estudiando en la capital no? Dijo el.
- Si, estoy en tercer año de ciencias económicas.
- Debe y haber. Nunca entendí de donde venían esos nombres
- ¿Qué cosa?
- Nada, no importa. ¿Qué pensas hacer cuando te recibas?
- Casarme, tener hijos y formar una familia.
El no pudo contener la risa. Ella le dijo que no entendía de que se reía y le pregunto sobre cuanta gente vive en Valle.
- Hasta hoy 245 personas. 163 mujeres y 82 hombres.
Ella se sorprendió con la exactitud del dato, pero no hizo comentario alguno, sonrió intentando buscar la complicidad que le permitiera confirmar que era una broma. Tal gesto no existió.
El Vallense no tardo en comenzar a explicar el porque de los vaivenes demográficos de su pueblo natal.
- Le paso lo que le paso a muchos pueblos, los hijos de los chacareros se fueron yendo a la ciudad escapando de la sequía o la inundación según el año. Los que no tenían un pedazo de tierra en tiempos de poco laburo se fueron a la ciudad intentando buscar mejores oportunidades. De Valle todo el mundo se ha ido, y a todos les gustaría volver, pero nadie puede.
- ¿Y vos porque volves?
- Nunca me fui.
- Pero decime una cosa, sos medico, tenes experiencia, se puede decir que en la capital tendrías mas oportunidades. ¿A que volves?
- Quizás porque nunca me tendría que haber ido.
- ¿Tenes familia en Valle?
- Si, esta mi viejo y mi hermana.
Ella asintió con la cabeza y empezó a enviar un mensaje de texto con el celular. Fue entonces cuando el miro la hora y se dio cuenta de que estaba cerca de la bajada de tierra donde lo iba a estar esperando la hermana.
- Disculpame, me dejas pasar. Acá cerca me bajo yo.
Ella se corrió dejándolo pasar y se despidieron dándose un beso. El le dejo su tarjeta y le dijo que lo llamara cuando quisiera darse una vuelta por Gral. Valle.
Esquivo a un par de escolares y se dirigió hasta la cabina del conductor para indicarle que parara en la próxima bajada.
El micro frenó, descendió a la banquina Puuuuffffsssssss! Se abrió la puerta del micro que parecía desinflarse.
Al costado del camino la Chevrolet del viejo lo estaba esperando. Adentro de la camioneta su hermana.
Saludo a los choferes y se dirigió hasta donde estaba su hermana, tiro el bolso en la caja de la camioneta y subió con su maletin a la cabina.
El micro continuo con la marcha y al retomar la ruta hizo el también típico ruido que hacen las ruedas al transitar por el pedregullo de al lado de la ruta.
- Tuve que venir yo porque el viejo andaba en el medio del campo vigilando las vacas. Yo no entiendo porque no vende todo al carajo y se va para la ciudad. Dijo la hermana mientras maniobraba para meter la camioneta en el camino de tierra.
- Se muere Analia, si al viejo le sacas el campo se muere.
Analia asintió con la cabeza y después hizo el gesto de que no.
- Pero esta viejo Juan, no es un pendejo, se va a cagar muriendo un día en el medio del campo.
- ¿Y como te crees que se murió el abuelo Analia?
- Por eso Juan, por eso mismo. Esta grande el viejo.
El traqueteo del motor gasolero hacia tintinear el rosario que colgaba del espejo retrovisor con el escudito de Racing y la medallita de la virgen.
- Decime Analia, de cuanto esta la hija de don Goico.
- Esta para tener casi, me parece que no pasa de mañana, creo que hasta llegaste justo. Estaba contento el viejo Goico que su nieto iba a ser el primer parto de la nueva salita.
La camioneta se metía en el medio de lo que parecía ser la nada. Al pasar levantaba tierra haciendo terribles nubes del polvo. Cuando se acercaban a la casa de los Pacheco disminuían la velocidad y desde adentro de la casa el Loco Pacheco les saludaba con el brazo en alto mientras en la otra mano tenia el mate.
La camioneta siguio su camino y paso frente al cartel de “Bienvenidos a General Valle” 245 Habitantes.
- Frena! frena! Le dijo Juan a Analia.
- ¿Qué paso?
- Frena, que ahí vengo.
Juan saco una tiza del portafolio y se fue directo hacia el cartel y le cerro el cinco transformándolo en un seis.
Se fue a la camioneta y Analia le recrimino que porque no había esperado a que naciera el nieto de don goico para anotarlo. Juan con la mirada puesta en el camino le dijo: el numero 246 soy yo Ana. Analia sonrió.
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