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Capítulo 16

Kaoru abrió lentamente sus ojos. Bajo las sábanas sentía su piel desnuda, tibia, un poco cortado el cuerpo a causa de la borrachera del día anterior. Todavía no enfocaba bien la vista, todavía no notaba que no era su habitación.

Al voltearse, vio claramente la placa mortuoria al lado de la cama… Sólo en ese momento, cayó en cuenta que estaba en la pieza de Kenshin. Al principio no entendió nada. Era como si un rayo la hubiese golpeado. Se quedó en la cama y miró fijamente el cielo de la habitación. Había que pensar en los eventos de la noche anterior.

- ¿Qué diablos hice?- murmuró.

Recordó la fiesta en el salón, las botellas de sake, Saito brindando, Kenshin acompañándola. Sus manos tomadas, todo venía a ella como flashes que se repetían una y otra vez en su cabeza. De pronto la invadió la soledad. Esa misma sensación que tuvo al llegar a su cuarto… Estar sola, sola y ebria.

- Dios ¿qué hice?- se preguntó de nuevo, esta vez llevándose su mano a la cabeza… Le latía fuerte como un presagio del dolor que estaba sintiendo. No sólo físico, sino en el corazón.

Se volvió nuevamente hacia la placa mortuoria de Tomoe y rezó. Le pidió disculpas a su memoria. No sabía bien por qué, lo hacía, pero gran parte de la culpa fue aliviada con este gesto.

La noche la había invitado a sentarse en soledad cuando Kaoru retornó a su habitación, hacía mucho tiempo que Enishi ya no estaba y hacía mucho tiempo que su cuerpo mantenía ese luto. Sin embargo, mientras se ponía la Yukata, comenzó a sentir la urgencia de la carne. Era casi incontrolable, era como si un animal, una fiera se hubiese apoderado de ella. Estaba dispuesta a todo y sólo había una persona tan solitaria como ella esa noche. A partir de ese momento, Kaoru no fue más dueña de sus actos. Sólo necesitaba un cuerpo, el calor de unas manos amantes.

Cuando llegó a la habitación de Kenshin lo vio, terminaba de ponerse la yukata y se aprestaba a dormir. Ni él ni Kaoru dijeron nada, ella simplemente fue y lo desnudó, lo necesitaba, sólo quería eso… Sexo, placer, un cuerpo que la abrigara aunque fuera una noche. Eso fue lo que hizo, eso fue lo que buscó.

Al final, después del placer y la calentura cayó tan rendida como Kenshin ante el sueño y el alcohol. No le había tomado el peso a sus actos, ni las consecuencias.

- Soy una estúpida- se dijo, mientras comenzaba a vestirse. Salió de la habitación antes de que Kenshin volviera del baño.

- Mejor así. No creo que quiera volver a hablarme después de esto.

En efecto, en la ducha, Kenshin meditaba largamente cómo enfrentar a Kaoru. No había escapatoria en ese tema… Trabajaban juntos y eso era imposible de remediar.

- Eventualmente tendré que hablarle- se dijo mirándose fijamente al espejo, esperando encontrar algo distinto, algún cambio entre ayer y hoy- eventualmente tendremos que enfrentar lo que pasó esta noche.

Kaoru, disfrutaba de la ducha en su propia habitación. Misao aún no llegaba, por lo que el baño estaba para su propio deleite. El agua recorría su cuerpo, lo limpiaba y además le daba esa sensación de recobrar las fuerzas. Trataba de no pensar en Kenshin, trataba de no pensar en sus acciones de la noche anterior. Ya había pensado mucho mientras salía de la habitación del capitán de los Ryu, para seguir torturándose con ello.

- Además, eventualmente debo hablarlo con él. Mientras más fría la cabeza, mejor serán los argumentos- se decía mientras sumergía la cabeza en la tina de baño.

Kenshin llegó a la habitación para encontrarla vacía. “Mejor así”, se dijo mientras terminaba de ponerse su uniforme y arreglar el liviano equipaje de guerra para comenzar la maniobra de ocultamiento.

En ese momento, apareció Aoshi.

- Buenos…- se interrumpió al ver la cara de borrachera que tenía Kenshin- Vaya, parece que alguien estuvo bebiendo más allá de lo aconsejable.

- Ni que lo digas- dijo él- Agradezco que no hayas llegado antes.

-¿Por?

- Pasé la noche con Kaoru…

Si la mandíbula se pudiera desencajar totalmente del cráneo para caerse en momentos de sorpresa, sin duda, en el rostro de Aoshi habría ocurrido exactamente eso. No pronunció palabra alguna, pero literalmente, se le cayó la pera.

- Amigo… Quiero saber todo eso.

- Es algo largo…

- Pues cuéntamelo mientras armo mi equipaje.

Texto agregado el 30-10-2009, y leído por 102 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
30-10-2009 Verermos como reacciona Aoshi...******* almalen2005
 
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