- Querida, no miento cuando digo que tu comida sabe a mierda, lo juro.
Susana se sintió miserable con el comentario de su esposo, tomó la Colt que siempre cargaba y se reventó la tapa de los sesos. No soportó otra crítica más.
Alberto lloró mucho la tragedia y en la tumba de su mujer por fin le confesó su gran secreto: siempre había sido coprófago.
Texto agregado el 30-10-2009, y leído por 295
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