Había una vez en un pueblo muy lejano donde todos los niños y sus papas cada 25 de septiembre, hacían el día del papalote, era un día lleno de fiesta para todos, pero por las tardes todos salían con sus papalotes ya hechos con anterioridad al concurso anual.
Había para todo tipo de gustos, el ganador siempre era el de más ingenio y color, siempre ganaba Carlos, que era un niño muy creativo y por eso se distinguía en todo el pueblo.
Sin embargo al año siguiente ya acercándose las fechas de dicha celebración. Llego un niño nuevo al pueblo llamado José. El observo primeramente que estaban los preparativos para dicha fiestas, el veía que todos los pequeños hacían un papalote, pero el se sentía muy triste porque no sabia como hacer uno, de donde venia no existía esa tradición solo comprabas uno hecho, el le pidió ayuda a Carlos porque era su vecino, le explico toda la situación que no sabia como hacer uno; Carlos muy conmovido ante la situación dicha tarde se puso las pilas para poder ayudarlo le dijo que ocuparía hilo, armazón, y papel le explicó que entre mas liviano mejor.
Ya por la tarde le dijo que primeramente era cortar dos varillas, ranurar los extremos con una sierra para pasar el hilo para después marcar con una línea el cruce de las varillas y atar donde cruzan las varillas para también atarlas al marco del papalote después seguía la parte mas ingeniosa decóralo Carlos de dijo a José que ahí ya usara su imaginación, se dirigió a su casa a terminarlo y le estaba quedando muy bien.
El día del concurso todos ya listos con sus papalotes al decir los nombres de los tres ganadores resulto que José le gano a Carlos, sin duda gano el segundo lugar. Después del concurso se divirtieron el resto de la tarde en los juegos y degustaron de una deliciosa cena en casa de José para agradecerle su ayuda a Carlos.