Cuando le disparó en la sien,
comenzaron a salir mariposas por el agujero
el cuerpo se desplomó,
Pero millones de alas parloteaba por los aires.

Lanzó el arma lejos,
para que las mariposas no la vieran
y contempló a aquella mujer desparramada,
cual musa desnuda,
a sus anchas,
apoyando la herida de su cabeza
en aquel pasto de destellos opacos.
Iluminando el paisaje
con el brillo de su cuerpo enfrentando esa luna
que,
por hoy,
era azul.

Ante la belleza de la muerte,
se arrodilló y tembló de alegría
las lágrimas colmaron sus mejillas
y el pudor no lo dejó cubrir
la existencia de ese cadáver…
tan tenue…