Una nostalgia se mece apresurada
entre la vega de Granada y la sístole
de un corazón.
Que une,
engarzando eslabón a eslabón
una melodía acompasada
por un recuerdo amarillento.
Tengo en mi memoria un destino
más claro, cada vez,
y más vivo
que mi propia garganta
cuando exhala tu nombre en un suspiro.
Tengo dolores que no cesan,
de heridas
que no sangran pese a las tormentas
que inhibieron mi razón.
Una nostalgia se mece derrotada
entre la tierra en la que duermo
y la sierra de Baza
donde su brisa me presta
unos versos grabados en piedra;
“Dale limosna, mujer,
que no hay en la vida nada,
como la pena de ser,
ciego en Granada”.
Tengo una nostalgia que se mece
y me abraza.
Texto agregado el 28-10-2009, y leído por 114
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