Capítulo 11
Un escalofrío recorrió a Kenshin por la espalda. Sólo podía sentir el sonido de los engranajes de su robot y las diversas indicaciones que Kaoru daba por radio al resto del escuadrón. Los Oniwabanchu habían adoptado su posición encubierta y sólo ellos estaban visibles.
- Por favor, estén atentos- dijo Kenshin- Hay algo que no me gusta de este lugar… Parece que nos observara.
- Yo siento exactamente lo mismo- dijo Aoshi- Misao, no te distraigas por favor… Necesitaremos toda la fuerza de tus cohetes… Hay algo que simplemente no funciona bien en este lugar.
- Yo veo que funciona a las mil maravillas- dijo una voz femenina que los congeló hasta la médula- JAJAJAJA ¿así es que estos son los tipos que vienen por Yahiko? Veo que lo Meji no tienen nada mejor en sus filas. Será hasta aburrido.
Y una ráfaga de metralla recorrió el lugar donde estaba el escuadrón.
- ¡Evasivas ahora!- gritó Kenshin, logrando que todo su escuadrón se pusiera a cubierto.
- ¡Qué diablos es eso!- dijo Sanosuke.
- Oh, así es que son de los que les gusta saber contra qué se enfrentan. Bueno… Da lo mismo, igual los mataremos. Somos el escuadrón Ángeles de la Muerte… ¿Con eso les basta?- dijo Yumi con un tono muy irónico que molestó a cada uno de los Koto Hajime. Y antes de que pudieran hacer algo, Yumi dio la orden- Ahora, Ángeles, acaben con ellos.
Y de la nada aparecieron robots por todos lados. Unos siniestros robots alados…
-Tranquilos- dijo Kenshin- no hagan nada sin pensar. Esto no es un juego… Y a través de la radio especial, Kenshin le mandó la señal a Okina- es tú turno…
Sólo se vio un destello de luz y un mudo estruendo… Uno de los robots de los Ángeles quedaba reducido a polvo.
- Pero qué mier…- dijo Yumi al ver ese estruendo luminoso.
- JAJAJAJA- rió Sanosuke- Veo que esta vez eres tú la que va a morir, te presento a los Oniwabanchu, la cara de la muerte.
- No nos tendrán tan fácil- dijo ella burlándose de Sanosuke- Escuadrón… Formación cerrada.
Lo que sucedió después sorprendió a los propios Oni… Los Ángeles robóticos comenzaron a formar una especie de ronda en el aire y a girar cada vez más deprisa creando una corriente que comenzó a elevar los robots en tierra como si fuera un tifón.
- Salgan de ahí- ordenó Kenshin, que supo cuál era su objetivo.- ¡SALGAN AHORA!
A duras penas, los robots salieron de la línea de viento que creaban los ángeles y justo a tiempo, porque en ese momento se activaron los cohetes de cada una de esas unidades y detonaron.
Algunos robots sufrieron algunos daños. Entre ellos el de Sanosuke, cuya pierna izquierda estaba fallando.
- Sano!- gritó Misao.
- Estoy bien, mientras mi cañón pueda disparar, puedo seguir en combate. Ustedes preocúpense de acabar con el máximo de Ángeles, y déjenme a mí a Yumi….
- Ah, así es que has recordado quién soy….
- Cómo iba a olvidarlo- dijo él con asco en la voz.
Fue hace dos años, Sanosuke tenía 17 años y recién comenzaba a vivir una vida plena y de adulto. Había pensado unirse al grupo S, un escuadrón de robots de vapor que estaba en contra de los rebeldes Tokugawa y que dirigía nada menos que su hermano mayor.
Sin embargo, sus deseos se vieron frustrados violentamente cuando un ataque de un grupo dirigido por Yumi destruyó las instalaciones y en el incendio murieron un 90 por ciento de los miembros del grupo S, incluido el hermano de Sanosuke.
Los sobrevivientes, se dispersaron o se unieron a los otros escuadrones, entre ellos Sanosuke que ingresó a Koto Hajime Ryû.
- Así es que tú con tu robot insignificante quieres enfrentarte a mí… Bueno. Escuadrón, acaben con todo el resto, pero me dejan a este muchacho a mí.- dijo ella casi divertida por el desafío.
- No me tomes tan a la ligera- comenzó Sanosuke- Tal vez la pierna de mi robot no se mueva, pero ésta posición (el robot hincado), es la mejor para esta arma…
- ¿Qué dices?- dijo ella fingiendo despreocupación.
- Este cañón te hará pedazos Yumi… Por mi hermano y por mis amigos….Y por el joven Yahiko….- y apuntando el cañón remozado disparó con el máximo de potencia contra las alas del Ángel de Yumi. Un estruendo congeló la batalla que se desarrollaba entre el resto de los equipos. Y sólo algunos pudieron ver cómo el robot Ángel caía sin control y sin alas.
- Ahora estámos en igualdad de condiciones, Yumi- comenzó Sanosuke- Tú no tienes como escapar y yo no tengo cómo moverme, será un combate hasta el final.
- Ya verás… Pendejo, enano… Yo te enseñaré por qué me han elegido líder de los Ángeles de la Muerte- de la nada extrajo una pequeña hacha de combate y descargó su fuerza contra el robot de Sanosuke, que sin embargo rechazó el ataque tomando con sus manos al robot de Yumi y lo arrojó tan lejos como los engranajes lo permitieron.
- ¿Eso es todo lo que tienes para dar?- preguntó Sanosuke casi divertido con la batalla.
Eso enfureció a Yumi, sin embargo, cuando intentó poner de pie nuevamente a su Ángel, se dio cuenta de que las palancas no respondían… Había una fuga de vapor.
- ¿Pero qué mierda?- dijo ella, golpeando las palancas con fuerza.
- ¿Ya no puedes moverte?- dijo Sanosuke con una sonrisa que aunque no se veía desde afuera, se adivinaba en su tono de voz- Sin embargo, no pienso destruirte, Yumi. No así… Por el contrario, te dejaré un mensaje para tu jefe… Dile que los Koto Hajime Ryû no nos rendiremos nunca y que esta noche, le dejaremos un regalo... la cárcel de Yahiko vacía.
Ese mensaje le dolió más a la mujer que si hubiese sido destruida en ese momento. Era la humillación máxima el que le perdonaran la vida y que más encima la ocuparan de recadera.
- Esto no se quedará así, Sanosuke- dijo ella.
- Espero que no, contestó él… Y se quedó ahí sin hacer nada más que esperar el fin de la batalla.
-Sanosuke- se escuchó por la radio especial-
¿Estás bien?
- Fuera de que la pierna izquierda de mi robot no responde, estoy bien.
- Tenemos a Yahiko… Vamos a buscarte…. Por ahora no hay nada más que hacer acá. El jefe de esta organización, no pudo ser encontrado.
- Bueno, al menos una buena noticia por un lado. Los espero.
Al llegar al cuartel, con la misión cumplida y daños varios, Tae y Megumi los estaban esperando.
- Sanosuke- dijo Megumi semi enfadada- ¿Por qué siempre eres tú el que vuelve con el robot hecho trizas?
- ¡Hey! la última vez fue Hiei, no yo….- reclamó él.
En ese momento, pudo ver por primera vez a Yahiko, era un chico delgado, pero se notaba fuerte, además tenía un porte orgulloso a pesar de su escasa estatura. De pronto, todos notaron que Tsubame se bajaba a toda velocidad de su robot e iba al encuentro de el chico.
- ¡Yahiko!- gritó ella.
Lo que siguió sorprendió a todos los presentes. Los dos jóvenes se cerraron en un apretado abrazo y un beso digno de un cuento de hadas. Ahí comprendieron… Ahí supieron la importancia para la chica de rescatar al joven Yahiko.
- Te extrañé, Tsubame- dijo él después de un rato.
- Yo también- y acercándose a Kenshin y al resto,
se inclinó de manera respetuosa- Muchas gracias por salvarlo. Muchas gracias, Kenshin-san, Kaoru-san.
- Yo también los felicito- dijo Saito que en ese momento llegaba al hangar- Pero todavía hay mucho que hacer. Me informan que Shishio, el jefe de todo esto, se está rearmando en un lugar cercano a Tokyo… Debemos descubrirlo y atacarlo de una buena vez y para siempre- y volviéndose al capitán Oniwabanchu, añadió- Okina, debes partir en misión ahora, sólo lleva tres hombres, es muy arriesgado que vayas con más.
- A la orden… Okon, Han’nya, Hyottoko, conmigo.
- Sí- dijeron los tres avanzando con sus robots.
- El resto por favor, descanse, ya pronto los llamaré de nuevo… esto aún no ha terminado.
- Sí, señor….
Así, mientras Okina partía en busca de nuevas pistas del escondite de Shishio Makoto, el resto del Cuartel se sumía en el silencio y la tranquilidad de la batalla ganada.
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