TUTUY
Como siempre, pasé de largo, tratando de ser el mismo indiferente, midiendo mis pasos salté al pie del escalón y me estiré. No sé cuantas horas he dormido, pero por el hambre que me cargo deben haber sido muchas. Como siempre, en esta casa no tienen la consideración que deberían hacia mi persona. ¡Cómo han cambiado las cosas! Antes todo era más fácil. Todos tenían mejor humor. Hoy solo escucho quejas amargas ; Que los salarios bajos, los precios del pasaje, la verdura, la carne, las colegiaturas, la corrupción y la inseguridad.
Las personas se han olvidado de lo hermoso de la naturaleza. De que en la vida no todo son deberes.
¿Cómo no disfrutar de este amanecer, con sus destellos amarillos y rojos? Con su concierto de nubes que anuncian una tarde húmeda nostálgica. ¿Quién no se conmueve al ver llover? Como si las gotas nos regresaran a los momentos de nuestra vida donde hemos llorado de felicidad o tristeza. ¡Estos si son temas de grandes pláticas y reflexión!
Casi todos se han olvidado de las caricias. ¡Que necesarias son! El escuchar la puerta y correr a recibir a los seres amados. Sentir de ellos una palmadita o una expresión de afecto. Todo ha cambiado. Ya nadie se preocupa por lo que sienten los demás. Tal parece que el ser moderno nos hizo olvidar lo valioso de la vida. Las cosas o actitudes que si bien en ocasiones no eran muy sinceras, si tenían mucho que ver con lo que antes había; la educación. Todo esto terminó. Tal parece que se premiara la tosquedad y la rudeza. Las niñas antes tiernas y dulces hoy tienen un lenguaje que avergonzaría a los carretoneros de antes. Desaparecieron la discreción y los secretos. Hoy se puede hablar y practicar de todo a cualquier edad sin más límite que el deseo propio. Los mayores asumen que los chicos lo deben saber todo y que no necesitan de su guía y estimulo; De su exaltación y de su represión, también. El saber alabar lo bueno y sancionar lo malo establecía cuando menos que los grandes tenían un criterio propio. Esto se perdió. Hoy todo se acepta y si tiene consecuencias se buscan salidas rápidas y funcionales. Como si las personas fuesen llantas ponchadas. Se les ponen parches, y ¡ya!, ¡a rodar!
Todo esto ha influido en que se haya perdido el mejor sabor de la vida. Tal vez será que envejezco y que no comprendo a los jóvenes quienes tendrán una nueva forma de vivir y entender y disfrutar las cosas. Tal vez.
Por hoy seguiré viendo desde esta azotea como se revuelven, traviesas, las nubes blancas, grises y negras que con grandes crujidos anuncian la tormenta que vendrá a agudizar mis recuerdos.
Ya escucho como una de mis amas, me llama haciendo silbidos cortitos y sonando la lata donde me pone la comida. Me llama: “tutuy, tutuy”. Yo, sonrió para mis adentros.Al fin que solo soy un gato negro , un poco cínico, que vive donde quiere y que se dedica a soñar.
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