Hace seis años, cuando mi padre falleció, mi hijo mayor, que en ese momento se encontraba en un balneario, enterado de la triste noticia, se dijo a sí mismo: “me gustaría soñar con mi abuelo y tratar de indagar en donde está y como se encuentra.” Y esa noche, como si sus deseos fuesen satisfechos, soñó que veía a mi padre, muy contento y relajado, tendido en su lecho y expresando que ahora se encontraba muy bien, que no nos preocupáramos por él. Lo extraño, era que al lado de mi padre se encontraba Patricio, mi hermano Down, y en cuyo rostro se reflejaba la misma expresión de contento.
Cuando mi hijo me dio a conocer su sueño, quise explicarlo como un reflejo de una situación de por sí muy impactante y aduje que eran los buenos deseos de él de ver a mi padre libre de sufrimientos. Con respecto a mi hermano, no supe que significado darle, puesto que mi padre nunca fue muy proclive a estar junto a él. Pero, mi hijo intuyó que eso significaba que Patricio, mi hermano, le seguiría en este penoso viaje.
El tiempo pasó y continuamos con nuestras vidas. Patricio no daba señales de enfermedad, sin embargo, una de mis hermanas enfermó de cáncer y como siempre ocurre, me negué a la posibilidad que falleciera, aunque eso de poco servía, ante el descarnado diagnóstico. Pero, vinieron los tratamientos de rigor, ella sufrió los estragos de las quimioterapias y después de una larga y sufrida etapa, fue dada de alta, absolutamente sana.
Tiempo después, fue mi madre la que sufrió varios cuadros gravísimos y hubo un momento en que pensamos que había llegado la hora de aguardar que la parca la viniese a buscar. Se le brindaron los últimos sacramentos y ante su lecho, en donde yacía inconsciente, nos despedimos uno a uno, con una enorme congoja en el pecho. Pero, ella luchó encarnizadamente contra los designios, se recuperó y hoy hace una vida normal.
Pero, Patricio, mi hermano Down, comenzó a decaer paulatinamente, hasta que llegó el día en que ya no pudo levantarse. Se le mantenía con suero, puesto que le era imposible recibír alimentos por vía oral. Y el ocho de Septiembre, después de una corta agonía, su débil cuerpo se rindió y nos abandonó para siempre.
Fue entonces que recordé ese sueño agorero de mi hijo. Y no dejo de imaginar que tipo de conexión pudo existir entre él y mi padre fallecido. ¿Fue una simple casualidad? ¿Anuncian los que han fallecido, situaciones que ocurrirán en un futuro remoto? ¿Volverá a soñar mi hijo con alguno de mis parientes muertos? ¿Ocurrirá una nueva predicción? Son demasiadas mis dudas y muchos mis presentimientos. Ahora creo que no todo es tan plano ni tan previsible y que existen misteriosos mecanismos que ejercen sus fuerzas sobre nosotros y que son invisibles a nuestra ramplona mirada…
|