Un viento, aquí y allá, un viento traído de un momento encantado y…
¿Qué es lo que busca este caminante?, ¿por qué ha llegado tan lejos, dejando de lado tantas cosas, rompiendo otras cuantas, con el rostro curtido por el sol?, ¿acaso cree en algo mejor?, ¿es el motivo blanco el que lo guía, como una esperanza luminosa?
¿Qué es lo que busca aquel que se ha caído?, ¿acaso la redención?, ¿es que no se da cuenta de que está arrodillado?, ¿por qué, entonces, insiste en un absurdo?, ¿por qué no puede ver las cosas como son?
Un momento encantado, que puede vernos por dentro. ¿Y qué?, ¿esa es la vida que busca el arrodillado, el caminante?, ¿será, entonces, que buscan algo que no se puede ver?, ¿qué los guía?, ¿qué?...
No hay nada completo en la vida, que se extiende sin forma, como un lienzo incoloro, manchado, gastado por muchas pisadas. Hay quien dice que somos movidos por turnos bajo un cielo carmesí, primero uno, luego el otro, ¿qué?, la verdad no es menos brillante que eso.
¿Qué busca el caminante?, la vida… ¿y qué es la vida?, ¿momentos de riesgo?, ¿lo brillante sobre lo oscuro?, ¿un nudo inútil en medio de una existencia injustificada?, ¿el propio miedo de la persona que busca desesperadamente un tablón del cual asirse en medio del naufragio?, ¿es eso la vida?, acaso no es menos cruel la selva, la jungla oscura y húmeda. No es menos violenta la guerra, porque la vida está hecha de batallas, en su esencia es una supervivencia desmedida, un grito al aire. Y no es menos pura que la paz, porque es una moneda de doble cara.
Entonces, ¿por qué?... pregunta milenaria que quizás nunca tenga respuesta, o quizás ya la tiene pero no somos lo suficientemente sabios como para verla. Quizás la respuesta está escrita en el cielo de una tarde de verano, o tal vez en el fresco del invierno, o tal vez en una taza humeante de café en un atardecer lluvioso. Acaso la vida se compone de instantes injustificados que forman la memoria. Tal vez la vida es memoria.
|