A medida que la hora transcurría, su alma se iba llenando. El vacío que antes había en ella se traspasaba con cada sorbo hacia la botella de vino, su fiel compañera de la noche. Cuando se sintiera satisfecho, volvería a colocar el corcho sobre su compañera y se llevaría ese vacío embotellado hacia su habitación, otro recuerdo para colocar en el estante frente a su cama, en el último espacio disponible. Con esa botella el mueble se llenaría completamente de vacíos. ¿Qué haría ahora? ¿Era ya el tiempo de comprar un estante más grande o de cambiar a su compañera de carne y hueso? Esa noche se durmió con el alma llena con algo más que vino barato.
Jota
Texto agregado el 26-10-2009, y leído por 117
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Lectores Opinan
05-11-2009
Guau! EStá bueno! Me impresionó, Jota, no tiene nada extraño, pero me impresionó. La_Aguja