Apareció el aviso aquel en un periódico de gran circulación. Era un extracto que supuestamente revolucionaría la cosmetología y que decía lo siguiente:

“La belleza está a la mano. Sin gastos ni cirugías onerosas, usted puede conseguir la hermosura en pocas semanas. Para lograr significativos resultados, siga las siguientes instrucciones:

1.-Los celos y el rencor achican a las personas. Se ha comprobado que cada celo o cada ataque de rencor significan disminuir cinco milímetros por vez. Por el contrario, la gente confiada en los demás, la que no tiene resquemores con nadie, crece un par de centímetros al año. Por lo tanto, no cele a nadie nunca más y será una persona espigada en un futuro próximo.

2.- No envidiar a nadie. Su cabello recobrará lozanía y vigor. Luzca una melena impresionante en dos semanas. Prescripción: no más envidia.

3.- Nada de soberbia. Su cintura disminuirá varios centímetros y lucirá usted delgado (a) sólo siguiendo la siguiente prescripción: no más soberbia.

4.- Evite la perversidad. Su piel recobrará lozanía en menos de una semana si usted se juramenta ser una persona proclive a realizar buenas acciones, evitando dañar al prójimo.

5.- ¿Sabe usted que la mentira le engrosa la nariz? Cierta base tenía este aserto cuando se relataba en el cuento de Pinocho que a éste le crecía la nariz cada vez que mentía. Por lo tanto, luzca usted un perfil griego, simplemente diciendo en todo momento la verdad.

6.- La mezquindad acarrea caries y eso, porque la gente avara que no comparte sus bienes, tiende a apretar demasiado sus mandíbulas. Entregue todo lo que pueda a sus semejantes y sus dientes recobrarán blancura y sanidad.

Siga todos estos consejos y en menos de un par de semanas se habrá convertido usted en una bella persona. ¿No es eso lo que ha deseado siempre?”

El asunto es que todos siguieron al pie de la letra tales consejos de belleza y en un mes lucían una sonrisa radiante. Nadie había cambiado un ápice: los gordos continuaron siendo gordos, los tacuacos continuaron siendo tacuacos, a nadie se le borró una arruga y las narices ganchudas o de perilla de catre persistieron a todo ejercicio moral. Nadie cambió nada de su fisonomía y los feos continuaron siéndolo per sécula seculorum. Pero, todos fueron desde ese momento mejores personas y eso sí que los tornaba radiantes y espectaculares. Todo aquello, gracias a una campaña publicitaria que rindió los mejores resultados. Claro que los escépticos que nunca faltan, convenían en expresar a viva voz que nunca habían convivido con personas tan aburridas como aquellas...