Tardes deformes. Tardes inertes de silencio.

Impacientes. Corrputas quizás. Inconsecuentes de repente...

Días breves. Sentimientos enganchados al pasado, que no logran conjugar el presente y se marchitan desde su nacimiento....

Amargura de vacío. Inquietante y paz. Paz oblicua y medio vacía o medio inexplicable...

Arrastrando el peso de todas las cadenas del mundo, reunidas en el deseo de quedarse con esa parte del recuerdo, pero debiendo soltarla por la irresistible oferta que el infinito hace a sus viajeros.

Elegir. Fatídica dinámica sinónimo del vivir, que lo es todo. Pero que obliga a renunciar, que es una nada eterna y se sobrelleva...

Delirar, pasajes oscuros y luciérnagas de sobras, inundadas de desconsuelos lentamente fulminantes....

Un saludo esplendoroso, para continuar la senda del compromiso conmigo mismo y sentarme en un respiro a observar la carta de navegación de cada hombre que transita...

Las brújulas pueden estar desorientadas, pero el que no puede perder el rumbo es el espíritu impregnado de sal...seco hasta el hartazgo.

Imperecederos. Son los ánimos. Inseguras. Pueden llegar a ser las fuerzas...las espinacas podrán ayudarnos a recorrer mil veces el mundo de los deseos para terminar andando un millón de veces por el planeta de nuestros paisajes.

Regalar. Ofrecer café y sentarse a ver pasar la tierra y las gentes desalentadas. También a las felices.

Jugar a desorientarse para ocupar el mapa del viento más fresco y escoger.

Desperezarse al borde de la cama para salir a revolotear por los rincones más incoherentes y hacerlos puntos de reunión para humildes caminantes.

Sacudirse. Quitarse ropajes viejos y polvos sin exhalos de pasados con algo de gloria más o menos miserable y quizá descabellada...

Vestirse. Llenarse de vituallas alucinantes para encontrar todo el mundo en un par de ojos groseros de curiosos (y furiosos).

Atormentarse. Ingresar en una lluvia interminable de capítulos derrotados por el tiempo, que ahora sean parte de una ficción de poca monta que no merezca más que los aplausos de los olvidados por el reloj y también por todas las historias.

El Coronel