Coincidencias


Años atrás, en un viaje de regreso a Italia, mantuve una interesante conversación con un psicoanalista de Buenos Aires;
daría conferencias en distintas universidades italianas sobre la “aplicación del mándala al psicoanálisis”. Me comentó que los mándalas representan el mundo y la totalidad
de la mente, su parte consciente y subconsciente. Si bien tenía un vago conocimiento del tema, que descubrí en Hochiminh, en un templo
budista, ignoraba su aplicación científica. Acepté
gustosamente cuando me propuso elegir, entre un centenar, aquel mándala que más me llamase la atención.
Mientras observaba con atención el elegido, el profesor me explicába:
—Su subconsciente dividió el mundo en cruz; las líneas azules más oscuras representan la unión cielo-tierra, consciente-inconsciente; las formas de mariposa, evidencian la autorenovación de su alma. El predominio del azul-celeste-viola, dan
idea de la paz y la tranquilidad que está viviendo. Los tenues puntos rosas, son dulces recuerdos de ciudades diseminadas por todo el mundo. Las manchas blancas representan las constelaciones de ambos hemisferios; le apasiona reconocerlas. ¡Pero lo más
interesante! —continuó diciendo el profesor — Son los dos puntos rojos proponderantes e iluminados; significan movimiento, viaje, pasión. Es evidente; se trata de Buenos Aires al sudoeste y
Hochiminh al nordeste. Le producen un estado de excitación único.
— ¡Pero doctor! vivo en Europa desde hace muchísimos años ¿como pueden excitarme? —pregunté sorprendido.
Me miró con atención y con una sonrisa respondió:
—Si mi amigo... pero su corazón se quedo a vivir en Buenos Aires.