Capítulo 9


Hacía dos días que la ceremonia fúnebre de Enishi había sido llevada a cabo. Kaoru, se encontraba en su habitación frente a la placa mortuoria que conmemoraba a su póstumo esposo. Sobre la mesita, los anteojos que le pertenecieran. Aunque no estaba deprimida algo la había hecho confinarse en el cuarto que compartía con Misao, aislándose del grupo. Saito se lo había permitido, como una especie de licencia por todo lo visto y vivido, “pero debes estar en forma la próxima semana… Todavía hay mucho trabajo que hacer.”

Aún cuando había dado órdenes de nos ser molestada durante el día, la puerta comenzó a sonar suavemente, era Kenshin.

- Kaoru-dono- le dijo de nuevo con ese tono formal que ella detestaba- Siento molestarla, pero me dirigía al patio a tocar un poco el Shamisen y quería saber si le gustaría acompañarme.

- Kenshin- comenzó ella intentando no sonar antipática- Mira no quiero ser pesada, pero prefería mil veces más al Kenshin que me trataba de tú y me decía Kaoru… ¿Qué es eso de Kaoru-dono? Por favor, nada ha cambiado entre nosotros excepto que ahora soy formalmente viuda de Enishi.

- Sí, tienes razón… En realidad, lo siento, es que desde que te has aislado de todo el mundo, no sé cómo debemos tratarte. Kaoru, todo en el Cuartel están preocupados por ti.

- Bueno, diles que no se preocupen, Kenshin… De verdad estoy bien, puedes preguntarle a Misao.

- Misao es la única que la ve y es porque duerme aquí…. A Enishi no le habría gustado verla así.

- ¿Qué sabes tú?- dijo ella casi lastimada por el comentario.

- Lo sé, porque una de las cosas que a él le gustaban más de ti, era esa alegría de vivir que contagiaba. Siempre me hablaba de ello…

Los ojos de la muchacha brillaron ante tales recuerdos y por primera vez en tres días, desde que encontraron a Enishi, Kaoru lloró con pena y rabia, lloró en frente de Kenshin.

- No te preocupes más, Kaoru… Sé que él está bien ahora. Está con Tomoe- Kenshin la abrazó mientras dejaba el Shamisen a un lado- Es mejor así… Yo también lloré mis lágrimas, no tiene nada de malo.

- No es eso… Enishi… El no habría querido verme así…. Esto es tan… Me siento tan…- no podía concluir las frases tras los sollozos.

- Sé que Enishi no se habría molestado. Ven, vamos al patio a cantar unos Koutas en su honor… Vamos!- y tomándola de las manos la arrastró fuera del Cuartel al patio de la Fuente, donde le gustaba ir a relajarse.

Ahí pasaron gran parte del día, cantando, inventando e improvisando. Por fin Kaoru estaba relajada y hasta sonreía. “¿Qué poder tendrás, Kenshin… Que puedo sonreír a pesar de todo?”, pensó la niña mientras observaba al joven capitán de los Ryû recitando Haikus en compañía del Shamisen.

Así transcurrió gran parte de la tarde hasta que de pronto llegó Sanosuke a toda carrera.

- ¡Kenshiiin!- gritó casi sin oxígeno en los pulmones- Kenshin, por fin te encuentro. ¿Dónde diablos has estado metido?

- Hemos estado acá toda la tarde- dijo él sin entender cómo Sanosuke no los había visto antes.

- Oh, señora Kaoru, veo que se ha animado a salir- dijo el muchacho con una reverncia, provocando el sonrojo de Kaoru, y dirigiéndose a Kenshin agregó- Kenshin, el capitán Saito nos quiere a todos reunidos en media hora más en el comedor. A usted también señora Kaoru.

- Gracias, Sano… Puedes retirarte.

Y el joven se cuadró y con un leve gesto volvió sus pasos por donde había venido.

- Me pregunto qué querrá Saito ahora- dijo Kenshin pensativamente.

- Sea lo que sea, es importante por algo pidió que estuviera presente a pesar de que él me dio permiso para mantenerme alejada un tiempo de la acción.

- Sí, debe ser muy importante… Mejor nos alistamos… Supongo que habrá que presentarse de uniforme.

- Cuándo ha sido distinto ¿eh Kenshin? Nos vemos en el comedor

- Sí…- y tomando el Shanisen, el joven líder Ryû se dirigió a su cuarto para cambiarse el traje informal.
Media hora después en el comedor, un impaciente Saito esperaba que llegaran Kenshin y Kaoru.

- ¿Estás seguro que les dijiste que era ahora la reunión, Sanosuke?

- Por supuesto, capitán. Les di el mensaje personalmente.

- Capitán Saito- dijo Kenshin al llegar al comedor- siento mucho el retraso, pero tuve que cambiarme de ropa.

- Excusas, excusas… Debe aprender a ponerse el uniforme en menos de 5 segundos para la próxima, hemos quedado claro.

- Sí, señor.

- Kaoru reportándose, capitán- dijo Kaoru apenas un minuto después.

- No me diga… ¿Usted también estaba vistiéndose?
… Ok, no importa… Mejor vamos al asunto. Siéntense.

En el lugar sólo estaban presentes ellos, más los participantes de la fallida redada de rescate. Hiei, aún recuperándose de las heridas, estaba ahí también, con el brazo entabillado.

- Como sabrán, después de los acontecimientos de los días pasados, envié a nuestra división de espías los Oniwabanchu a cargo de Okina, de 40 años para investigar todo lo ocurrido y dar con el paradero de Yahiko.

- Entonces hay novedades- dijo Tsubame con los ojos brillantes, aunque nadie le tomó atención.

- Sí- dijo secamente Saito al sentirse interrumpido- Tenemos novedades. Los Oniwabanchu han encontrado el verdadero escondite de los Yupon-G, está aquí mismo en Ciudad Edo.

Un frío de muerte recorrió a todos los presentes. Durante todo este tiempo Yupon-G ha estado escondiéndose bajo las narices de Koto Hajime Ryû y el resto de los Cuarteles, incluso habían logrado evadir varias veces a los Oniwabanchu. Era casi una cachetada en el rostro. Una burla que pronto llenó de ira los corazones, en especial los de Kaoru y Kenshin.

- La misión se llevará a cabo en conjunto con los Oniwabanchu de Okina en dos días más. Hasta entonces quiero que entrenen lo suficiente y descansen. Siento mucho pedirle esto capitán Yukishiro, pero usted también será necesaria para liderar a su grupo.

- Sí, señor- dijo Kaoru, con renovadas fuerzas. Las fuerzas que dan las ganas de derrotar al enemigo y sonreír una vez más.