Capítulo 8
En algún rincón de Japón una sonrisa maléfica iluminaba una roída habitación.
- Así es que destruyeron a Soujiro Z- dijo la voz- Bueno de él no esperaba mucho. Sería uno de los mejores que tenía en mis filas, pero no era invencible. ¿Se aseguraron de que encontrarán nuestro pequeño regalo?
- Sí, señor! En estos momentos deben estar trasladando el cuerpo… Será un golpe bajo a su moral, puede que hasta sea más fácil atacar el cuartel.
- No, no contaría con eso… Pero sí será agradable ver que sufren un poco a esa porquería de Enishi… Hasta puede que la próxima sea una victoria fácil. Será divertido… MUY DIVERTIDO. ¡JAJAJAJAJA!
El dirigible Ryû estaba extremadamente silencioso, sólo se podían oír los motores y de cuando en cuando una que otra instrucción de Tae a su personal médico. Sin embargo, los pilotos no hablaban y hasta evitaban mirarse. Kenshin llevaba sus ojos cerrados y Kaoru afirmaba en vano los lentes destrozados de Enishi, tal vez como queriendo aferrarse a un recuerdo o a una vida que ya no fue.
- Aoshi- murmuró Misao- ¿No crees que deberíamos hacer algo?
- ¿Algo como qué, amor?
- No sé, animarlos tal vez… Decirles que Enishi no habría querido ver caras tan tristes… ¿Recuerdas como era él? No creo que le hubiese gustado ver a su novia y a su hermano mayor así…
- Lo sé, Misao, pero debes dejar que vivan este luto. Han sido años de incertidumbre de no saber si Enishi vivía o no… Ahora que ya saben, hay que dejarles que vivan su pena. Estarán bien, saldrán adelante.
Kenshin seguía mirando la ventana. Los recuerdos, la vida anterior ahora latían con fuerza. Los sentimientos encontrados no eran algo muy agradable, sin embargo, sentía cierto alivio al saber que Enishi había vuelto con los suyos. “No sé que haré sin ti, sin embargo, amigo… Sólo puedo rezarte y pedirte que cuides a Tomoe hasta que yo llegue, donde quieran que estén”.
- He tomado una decisión- dijo repentinamente Kaoru en voz alta- Ahora que el cuerpo de Enishi está de nuevo con nosotros, celebraré una boda póstuma en su funeral. Nos íbamos a casar una semana después de que desapareciera, es tiempo de cumplir esa promesa.
La muchacha afirmaba con convicción los anteojos de Enishi, como si tomara su mano. La noticia en tanto, tomó por sorpresa a sus amigos.
- Kaoru- dijo Misao aliviada de poder hablar más fuerte- ¿Estás segura de esa decisión?
- Enishi no tenía a nadie a quien dejarle su herencia y su vida… Pero todavía me tiene a mí y yo cuidaré de que todo siga tal cual… Aunque la muerte nos separe apenas nos casen.
- Si es lo que deseas… No te detendremos, en particular yo te apoyo, Kamiya… Si yo amara de esa manera también habría hecho algo así- dijo Sanosuke.
Kenshin se limitó a escuchar. Por un lado comprendía el dolor y los sentimientos de Kaoru, pero por otro, una extraña sensación de vacío lo invadió… Como si estuviese a punto de perder algo importante.
- Kaoru…- dijo de pronto- Esto nos dejaría emparentados de cierta manera, por lo tanto mi deber será protegerla de aquí en adelante. Sé que Enishi hubiese deseado que así fuera.
Y tomando la mano que aún portaba los anteojos del malogrado joven, sonrió por primera vez en mucho tiempo.
- Bienvenida a la familia…
- Gracias Kenshin… ¿O deberé llamarte Hermano?
- Kenshin… Llámame Kenshin.
- Así lo haré, Kenshin- y sellaron ese pacto casi secreto, casi inentendible frente a sus amigos.
Mientras, el dirigible llegaba al Cuartel, donde esperaba una placa mortuoria y un ataúd por órdenes de Saito…
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