Madre mía, los años han desafiado al tiempo,
como hojas de otoño cayendo en abril,
Desde la ventana mojada por el rocío,
Por la cara de la luna marchita,
dorada, apaciguante cubierta de soles, cubierta de estrellas

Me diste la vida acogedora, reluciente de gorriones,
Recitando melodías al oído,
Suaves como tu corazón,
La hermosa figura rellena de calor,
Llena de pasión, como alas donde volar,
Un nido en donde llegar.
Gracias a ti existo mamá

Y todo esto se va coloreando
De colores transparentes brillantes enriquecidos,
como tu paciencia, certeza y naturalidad.
Cuáles fueron tus deseos para la mágica botella frotada,
Tus tres deseos aquí ríen, descansan remojados en ternura.
La vida se nos va y no quiero dejarte así,
Sin mirar, sin sentirte orgullosa de tu obra,
arquitecta de primera, porque esto es amor.

Dorada es la luna, rojo profundo, tu respeto,
Tu presencia mujer de hilos delgados,
Dentro de un carrete perfeccionista
Que nos muestras cada día.
Nos bordas la conciencia endurecida,
Nos llevamos de la mano por el mismo carril.
Protege tu luz maternal como la fiera a sus crías,
Ven con valentía a estas gracias por hacernos creer.
Sin tu dolor y sufrimiento escondido, las palabras escritas no estarían.