No me interesa ver tus muñecas sangrando poesía, y tú colocándoles parches de lamentos, asociándome a tus lagrimas áridas que alguna vez, con mucha vergüenza solo se rindieron ante la gravedad, o quizá ante el peso de tu mente de tenerme sobre tus pensamientos... es pasado, lo sé, pero si fuera pasado o presente, tampoco me interesa.
¿que te importa si alguna vez me caí entre las abejas que absorbieron toda la miel reservada para vivir? No te importa tanto como la falta que me hace ese ungüento que se ha llevado mis risas y mis colores claros. Ya la luna arde cuando me ve sonreír, pues sabe que es falso el destello de luces fugaces y el ardor que sentía al sostener entre mis poros el aire que exhalaban las palabras punzantes... ya no me interesa que permanezcan allí. Lo que no me interesa se queda en la misma inercia, constituyéndola y haciendo nada mas que ocupar espacio en este planeta, o seguir agrandando este “no me interesa”
Hoy poco me interesa, y si miran o no como mastico sus palpitaciones en mi pasado, ya sabes que no me interesa...
Frente a las hojas sin vida ni amores, dejo mi peso sobre la bicicleta, siento que me arranca las lágrimas ese viento frío que entre mis huesos se entiende como anticipo de un estado mas que viviré. A pocos le interesa.
Escribir y soñar, aun quieren luchar por estar dentro de lo que me da vueltas en la cabeza, ya hay bastante espacio para ambos, pues tuviste que estancar la sangre de tu poesía y mis haladas manos solo tocan estas letras, en este día, hablando de lo que no me interesa.
Perder interés, debo confesar que de pronto siento mi alma morir, como cuando el otro día las migas del almuerzo muerto se cayeron del mantel, así, olvidadas, restos de lo que se ha disfrutado, me interesa un poco, al comparar con mi permanencia en las memorias, restos que divagan en ese estado que pretende ser insensible, dar argumentos vanos de lo que no me interesa, mientras todo lo que hago va contra mi gradiente de “no me interesa” , bueno, bueno, “cortemos estos cables de una vez” me dice la convicción de emergencia que he estado utilizando para dejar de sufrir, así que desinteresadamente empaco lo que me queda, donde quepa, y me ubico en un sitio donde a todos moleste, es decir, con mi estable posición, cara hacia la luna, cuerpo bajo la lluvia...
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