28 de marzo de 2006
Carta de Alma d´or, mi ángel.
Rafael: Te escribo esta carta para explicarte algunas cosas que no has preguntado, pero que seguramente preguntarás en el futuro.
A saber: El Dios no regala, sólo concede y otorga cuando se le pide.
Concede Dones y Aptitudes y otorga Facultades y Autorizaciones.
No regala, porque no puede.
El regalo implica el Derecho de Propiedad sobre el bien obsequiado.
Como el Señor no expide certificados de Propiedad, ya que todo lo que existe fue, es y será de Él, solo concede el derecho al uso de las cosas y los lugares, mientras los efímeros dueños transitan el período vital, ya que luego que ellos y sus descendientes desaparecen, el verdadero Dueño, vuelve a tomar posesión de lo que ya era suyo.
El Dios es tan Omnipotente, que su Presencia nos supera: estamos dentro de Él, y su Virtud y su Gloria son tan sublimes, que puede vivir en nuestro interior, vinculado directamente a nuestro Administrador.
Así, Dones y Facultades afloran de nuestro interior, y las Autorizaciones como ideas e inspiración, se manifiestan en nuestro pensamiento.
Los Dones y las Facultades no se reprimen, porque son instrumentos útiles para el desempeño en sociedad.
La Virtud, en cambio, como no puede ser utilizada con fines sociales, y es un bien trascendente, impide a veces el desarrollo y el progreso acelerado, porque avisa a la conciencia sobre los malos pensamientos, por eso muchos sujetos la reprimen o simplemente la dejan de lado, porque realmente les impide trepar en los escalafones sociales.
El defecto, la irreverencia, y la negación, llevan a las alturas y los status elevados, mientras que la Virtud es un lastre que impide despegar.
Muchos prefieren olvidarse de la Virtud a sabiendas, para acceder a posiciones y privilegios, en gestiones que los ubican entre los Seres despreciables de la Especie.
La Virtud es lo que diferencia al Ser Humano de la Fiera.
Dejarla de lado es desviar el camino al cielo, tomando atajos y cortadas que es de presumir donde terminan.
Al sacar la Virtud, su lugar es ocupado por el Defecto, y el resultado es monstruoso.
Estamos transitando los dominios del Señor, y Él nos ha permitido llegar hasta aquí.
Los ángeles no intervienen en nuestra gestión, salvo que el Dueño del recinto ordene su intervención, pero son fieles testigos de nuestra actuación.
Podría pensarse que si el Dios no puede regalarnos, con mayor razón nosotros, que somos su criatura, no estamos en condiciones de obsequiar.
Pero como Dios no pretende de nosotros objetos materiales, sí aceptará un regalo que depende de nuestra esencia: podemos regalarle un Ser Virtuoso.
Demostrarle que no ha fracasado tanto al crear Seres semejantes a Él.
Que somos capaces de sentir un inmenso Amor hacia Él, ser humildes, pacientes, solidarios, bondadosos, caritativos, compasivos y olvidar la ofensa y la agresión gratuita, sin tomar venganza, pues confiamos que Él pone las cosas en su lugar a su debido tiempo.
Reflexionar sobre la presencia superficial de Seres Racionales, en medio de un escenario terreno irracional y mineral, puede llevarnos a deducir, debido al escalafón dimensional que los separa, que esto es un verdadero criadero de Ángeles y Demonios.
La Criatura proviene de una Semilla única, pero el Señor, debe cultivarla para saber cual es el Trigo y cual la Cizaña.
Ángeles y Demonios conviviendo en sociedades ultramodernas, manifestando Virtudes y Defectos en el trato a sus semejantes, las Criaturas de otras Especies o las Cosas de Dios.
Los Demonios compitiendo y trepando para llegar al Poder, usando la mentira, el engaño, la trampa, la hipocresía, como armas contra otros demonios para ubicarse en los lugares de Mando y Gobierno, que les permitan ordenar y someter a los que no se interesan en las posiciones y prefieren agradar a Dios, dando muestras de Virtud y Amor.
Como la Misión Terrena es un camino, es de desear que se transite en calma, procurando ayudar a los que tropiezan, los que se quedan sin fuerzas, y dando agua al sediento y abrigo al desposeído.
Los que ponen trabas, barreras y piedras en el camino de las demás criaturas, quitandoles el sustento y aumentando sus dificultades para transitar, van en sentido contrario.
Lo que estamos transitando es el Camino al Cielo, pero aunque muchos van hacia la Luz otros lo hacen hacia las tinieblas, la inteligencia y el raciocinio nos permiten discernir hacia donde nos dirigimos, y aunque la conciencia es nuestro Ángel y nos avisa, generalmente nadie le hace caso, actuando a piacere, sin conocer la mayoría los Mandamientos, las Escrituras, los consejos de los Profetas, ni los del Propio Jesucristo.
El desempeño social, es la manifestación última del subconsciente individual.
Una sumatoria de actitudes negativas en una sociedad desorientada o mal orientada, puede llevar a algunos de sus miembros a provocar accidentes, agresiones o daños intencionales irreparables sobre los que consideran sus enemigos.
Personalmente considero que las Escrituras, leídas con la mentalidad del mundo actual, tienen un contenido de violencia agobiador.
Aquel Dios justiciero del Antiguo Testamento, que mandaba matar a pueblos y ciudades enteras, sin dejar a nadie vivo, hoy sería mucho más necesario para exterminar a quienes absorben los bienes que nos legó como heredad, sumiendo a la Criatura en el dolor y la desesperación.
Ése Dios, si se hiciera presente hoy, devolvería a los despojados sus bienes, matando a filo de espada a ladrones y estafadores de pueblos.
Pero la vigencia de aquel Antiguo Testamento ha caducado, y hoy debemos respetar sus Mandamientos, sin la justicia que devuelva lo que nos están robando y arrebatando.
Eso habla de un cambio en la forma de proceder de un Dios, que al establecer su Reino cediendo la soberanía terrena a su hijo Jesucristo, ha trastocado todos los criterios de justicia anteriores.
El Nuevo Pacto permite a la Criatura desenvolverse discrecionalmente, en una aparente y asombrosa tolerancia e impunidad.
Posiblemente Jesús guarde la esperanza de salvación hasta de aquellos que lo niegan.
Esa posibilidad aumenta los márgenes de actuación de los del Impío, que tienen carta blanca para arremeter contra los que intentan seguir al Señor.
En ese caso, el Espíritu Santo debería intervenir, dando muestras de que la justicia divina aún existe y que es inflexible contra los que osan interponerse en el camino del Señor.
La presencia del Padre es lo más obvio que tenemos en la imponente Creación.
El Espíritu Santo nos permite afrontar la adversidad y nos baña con su benéfica influencia, renovando e instalando nuevas esperanzas en los que desfallecen y pierden las fuerzas para continuar viviendo.
El importantísimo papel de Jesucristo, predicando con el ejemplo y entregando su vida en un martirio que nos avergüenza y nos entristece hasta el día de hoy, en este año del 2006 desde su nacimiento, ya no alcanza a los irreverentes e irrespetuosos habitantes del Planeta Tierra.
Esta ausencia Divina de los escenarios terrenos, la desaparición de los Ángeles como mensajeros, y la visión de Vírgenes y Santos que no han vuelto a producirse, es una advertencia inquietante de que algo importante está ocurriendo.
Posiblemente la planificación del Juicio Final, incluirá una irrupción masiva de las entidades celestiales, que impondrán el nuevo orden pese a quien pese.
Aunque el Señor Jesús muestra su mano muy sutilmente en el premio y el castigo, hemos perdido la perspicacia trascendente para reconocerlo.
La estrategia correccional del Nuevo Pacto, es una incógnita hasta para los más avezados teólogos.
El Señor Jesús se ha tomado su tiempo para regresar por sus fueros.
Luego del fracaso de su gestión anterior, fácil es ver que la esencia de los humanos actuales, es la misma de aquellos que lo asesinaron sin compasión, si es que no ha empeorado
Por lo tanto deberá enfrentar a Demonios con mayor Poder, equipados con tecnología de última generación, y armados con sofisticados instrumentos de aniquilación.
Los Ángeles que le acompañen, deberán ser muy contundentes, pues hasta cegados, los ángeles de la muerte de hoy, podrían apretar el botón que repetiría un martirio que nos condene al ostracismo trascendente eterno.
Somos muchos los que te esperamos, Señor.
Bienvenido seas Tu y las huestes celestiales.
Las mayorías y las multitudes planetarias que sufren el sometimiento, el diezmo, la regresión cultural, la escasez, la enfermedad y el escarnio de sus gobernantes, miran esperanzados hacia el Cielo, intentando descubrir el glorioso regreso del salvador.
Pero se oculta el sol y regresan las tinieblas día a día, y las esperanzas se pierden en la noche, donde reinan el vicio y el pecado.
Bendito sea el Hijo de Dios, que nos protege de la inmundicia de los malvados.
Que nos mantiene sanos y cura nuestros males.
Bendito Jesucristo que fuiste destrozado por seres despreciables, que condenaron a pasar penurias a su descendencia durante milenios, cuya mala esencia volvería a repetir el mayor sacrilegio humano.
El tiempo de la espera va llegando al final, porque el tupé de los poderosos ha llegado al colmo.
Hoy los Presidentes son Reyes.
Los Legisladores votan para sí, privilegios y dietas astronómicas.
Los Gobernantes no terminan su mandato, y huyen perseguidos por la Justicia, acusados de malversación de fondos públicos.
Los Líderes desvirtuados son la parte más visible de la decadencia de una Especie que clama por la presencia de un Dios que se demora.
Es posible que el Padre Celestial, en su intento por agrandar el Reino de su Hijo, y aumentar el número de sus súbditos, haya dejado al Hombre con libertad de reproducirse sin entidades celestiales a la vista ni vigilancia Divina alguna.
Esto permitió una proliferación descontrolada, de consecuencias muy diversificadas, y una manifestación descarada de la esencia de las Criaturas.
A todas luces el Señor no se equivocó, pues en el juicio serán muchos menos los condenados que los perdonados.
Eso aumentará las huestes celestiales en gran número, y el Reino será el más grande jamás conocido.
Aunque algunos Ángeles están autorizados a estar en presencia del Señor, la inmensa ma yoría no lo está, aunque su Luz baña y alimenta a todas las entidades celestiales.
Los Seres Humanos no son alcanzados por la Luz, pero muchos pueden presentirla, y por lo menos una vez en la vida de cada Ser, el resplandor del Espíritu Santo desciende sobre él, en momentos de gran adversidad y desesperanza, modificando situaciones que parecían irreversibles.
Al que pide con devoción y con fundamento, Jesús le concede la curación o la mejora inesperada de una situación de incertidumbre, imposibilidad o impotencia.
Cuando el Espíritu Santo desciende sobre una persona, es seguro que sus perspectivas de futuro, cambian, y mejoran su voluntad y su estado físico.
Renace el deseo de vivir y de hacer cosas, algo así como una recarga de pilas Divina.
Estas dos partes del Dios pueden llegar a las personas, beneficiándolas en situaciones en las cuales el cambio es tal, que la intervención Divina es evidente e innegable.
La necedad humana en no reconocer lo obvio en un milagro o una cura milagrosa, se convierte en un revés para un Dios que intenta acercarse a su Criatura a través de actos cuya única explicación es su Divina Voluntad de que así sean las cosas.
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