Sentado. desgrané junto al piano antiguas melodías inmortales. De pronto se dirigió mi mano a tus bellas camellas pectorales. Tus ojos abiertos en desmesura no exentos de un gentil cariño. provocaron mi intensa ternura y dulce alegría, como niño. Aunque luego tal vez tu sufrirías nerviosa demora y aguardarías como si fuese algo especial porque sólo al día siguiente nada restaría, únicamente húmedos los bordes de tu delantal.
Texto agregado el 23-10-2009, y leído por 235 visitantes. (3 votos)