Un rostro anónimo, fija en mis ojos, su mirada
anónimo, con piel de cuero viejo,
arrugada por el roce de la indiferencia
parece un muñeco, el muñeco de un gigante cruel,
la lluvia, el viento helado,
el sol apuntándole entre ceja y ceja
no lo doblegan.
Un rostro anónimo busca en el basural cotidiano
el sustento,
el alimento
la fuerza para existir un día más
mientras camina una ciudad que le pertenece,
pero, que les ajena.
Camina, anónimo, como un muñeco que escapó de algún escaparate.
Camina, camina sin percibir la belleza de la luna nueva
sin percibir que en el cielo se pasea un cometa,
sólo camina y camina llevando a cuestas,
aferrada a su corazón.
la única pertenencia legítima,
lo único que nació con él,
la voluntad de vivir, cueste lo que cueste.
|