Esto va hacia ningún lugar, hacia ninguna parte.  Más bien es una revelación en un estado mental ajeno al “Normal”.  Cavilando y divagando hacia las zonas más rocosas de la vida misma, es fácil encontrarse con peñascos y pérdidas que nuevamente se reencarnan en ojos ajenos.  Podría pasar días, libros, hojas y hasta la eternidad misma hablando del desamor y el poder de las pasiones carnales que levitan y rodean la simpleza que esconde un par de ojos sinceros.  El leve tacto de un pétalo acariciando con su noble roció tus labios no es mas que un gesto de carácter débil pero entendible.  Podría pasar mi eternidad escribiéndote pero mis días están contados, y cada vez que te pienso, mis días se vuelven cada vez mas cortos, menos planos se acerca cada vez más ese final momentáneo y el festejo a la vida eterna.  Hoy me tienes aquí, un día mas, observando una tras otra esas hojas que caen de los árboles al cruzar miradas a través de mi ventana, con ese gris que ambienta el cielo, y la oscuridad misma que esconde mis temores siempre latentes.  Me tienes como siempre escribiéndote, por mas que intente dejarte, soltar los amarres y desenvolverme de esa manta a la que me tienes adicto, se me hace imposible y es más fácil recaer.  Pero por que es fácil recaer?, te tengo una razón muy ilógica, como ilógico es el dolor automedicado.  Me es fácil recaer por la satisfacción que brinda el dolor, el estar en el mismo lugar y con las mismas sensaciones que me recuerdan lo vivo que estoy.  Es cierto, hasta sentir dolor es sentir algo, no importa si es sufrir.   
	Y vuelve el otoño, cuando te conocí, cuando merodeaba en mi soledad tratando de figurar ese espacio vació que simplemente no se llenaba con absolutamente nada.  Esa sensación de embudo cual todo absorbe y deteriora por más solida la sensación misma, o el hecho equivalente a una reforma personal, siempre terminaba insignificante.  Vuelve con ese mismo rose de viento sobre mis manos, y el fresco que entume mi cara, para poder sentir la necesidad de encontrarte entre sabanas, y entre cobijas sobre mi cama. 
 
Te escribo una canción, ya que es todo lo que te puedo yo concientemente dar. 
	Se que de alguna manera u otra existo en tu existencia; a veces pienso. 
 
 
Calla, deja que la noche apague las ganas 
De poder vernos las caras 
Para poder entregarnos el alma 
Por más ateismo que cargue  
Se me hace imposible no verte a contra luz  
Y creer que no fue algún dios 
Que conjugo la belleza en cuerpo  
Para darte vida y así poderte regalarte mis versos 
 
Si de la nada se crea el infinito 
Para extenderse a los confines de lo desconocido 
Bienaventurados, exploradores buscando su destino 
Solo para poder darse cuenta lo imposible que es 
El intento de entenderlo  
Así su similitud encuentro en su cuerpo 
Palabra con palabra, verso con verso 
Nunca será conjugación definida 
Nunca será el final en la mecanografía  
El solo echo de definir su belleza  
Es un trabajo para locos suicidas 
Para encontrar el inicio del desquicio  
Del perderme en un abismo 
Ella es y será simplemente el infinito 
Y yo.... Yo solamente soy  
Un profanador de su reino en construcción 
De la vasta fauna que existe en su corazón  
De las interminables noches y días 
Del poder infrahumano  
Cual confine su sonrisa 
Y ese desarmador humano  
Que perfora con esa mirada vuelta caricia 
 
	Te puedo escribir mil canciones, mil versos, y aun así terminare con las mismas dudas interminables que envuelven tu mística existencia en mi vida.   
	 
		Vuelven y consigo vuelve el hambre y el desgaste, adjuntando a ello estas ganas de poder encontrarte.  En cualquier lugar.... Y hacia ninguna parte…….. 
 
 
 
 
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