¡No lo podía creer!, me habìa ganado el Kino y tenìa que pasarlo a buscar al otro día de haberme enterado por la televisiòn. Me preguntaron si iba a ir mi representante y si tenia cuenta corriente. Fuì sola, hubo show, fotos, luces y entrevistas, aplausos hasta que recibì la suma de $70.000.000. Me recomendaron irme en Radio Taxi para que no me fueran a asaltar, pero les dije - no es necesario - me acerqué al banco correpondiente, cambié el cheque en caja.
La verdad que despuès que recibì el dinero, encontrè un poco arriesgado andar trayendo tanto billete, pero bueno ya lo habìa decidido asì.
Llegué a casa normalmente, me acostè en la cama a meditar un poco, uf, no sabìa por dònde empezar, iba a cambiar mi vida y ya eso me agotò.
Al otro dìa visité a mis familiares, entre conversa y conversa, me contaron todas sus desgracias, mi corazòn se apiadò y a cada uno le dí un fajo de dinero.
A la mañana siguiente me incorporè al trabajo, hasta ahì, nadie sabìa de lo que me habìa pasado, se me ocurriò invitar a todos a cenar el viernes. A cada uno de mis compañeros (as) le preguntè de alguna necesidad que tuviese y le regalè otro par de monedas.
Asistì a misa y a la hora de dar un aporte, llenè el saco de puros billetes de $20.000. En la tarde asistì a distintos hogares: De menores, de niños con SIDA, quemados, invàlidos y dejè mi colaboraciòn.
Estaba tan feliz con lo que estaba haciendo, que aun no me habìa comprado nada para mì, seguìa con la misma ropa, los mismos muebles. Pensè que despuès lo harìa y prosegui mi camino de ayuda social.
Visitè en la noche el Rìo Mapocho, ¡vaya vaya!, sabìa que habìan personas que dormìan ahì, pero nunca me imaginè la cantidad y las condiciones deplorables en què vivìan. fuì al supermercado màs cercano y comprè alimentos para todos y a cada uno le dì unos pesitos.
Cinco dìas despuès de haber recibido el premio y haber regalado a muchos dinero para paliar sus necesidades, fuì a buscar en el escòndite monedas para comprarme unas cosas personales y cual sorpresa, me quedaban solo $180.000, me desplomè y estuve màs de media hora mirando el techo, al comienzo sentìa como mi corazòn latìa rapìdisimo, sentì odio de mi misma, pero al cabo de un rato y al recordar los rostros de cada persona que pude colaborar para su paz y tranquilidad, me vino una paz y una alegrìa inmensa casi indescriptible.
Ahora debo seguir trabajando porque tengo que pagar el arriendo, luz, agua, gas y mis deudas, pero bueno, me gusta ser ùtil en la pega y dicen por ahì que "No hay mejor cosa que ganarse el pan de cada dìa, con el sudor de la frente".
Un abrazo |