Y lloro con fuerza, aunque haga ya un día que me separé de tí. Dejando atrás tres jornadas de luces y sombras, belleza y espejos, día y noche, crepúsculo y aurora...
Lloro con fuerza por querer volver a tu regazo una vez más. Por volver a saber que junto a tí está mi sitio en este mundo. Por saber que, pase lo que pase, eres tú quien me da esperanza cada día.
Y lloro sin fuerza, porque veo que esta ciudad me ha cortado las alas. Porque veo que estas cuatro paredes, cad avez, están más cerradas y ya apenas dejan que me mueva.
Lloro sin fuerza por saber que no es que no tenga alas, sino que olvidaron su naturaleza de volar a base de rutina. Por volver a saber que estas murallas son tan infranqueables como hace dos mil años. Por querer dejarlo todo, sabiendo que nunca daré ese paso y que nunca llegaré a encontrar mi lugar...
Y, llorando, regresaré a mi día a día...
Sabiendo que tu sigues allí, esperándome, y que yo apenas tengo ganas de abrir los ojos cada día.
Reavivan sus labios, que dan sentido a un mundo donde todo está en venta, donde todo se compra. |