En la fina garúa de un día de mayo
Buscó el sol y extrañó los colores que manchan el alma.
En la esquina del amanecer miró las ventanas y el letrero de la media luz. La casa pintada de verde sin reja ni rosas, y rezó su cuerpo y su boca.
Alabó sus ojos y sus manos.
Y supo la escena que guarda la inocencia
la dicha de un momento flota en los labios y junta basura en los peldaños.
Hay tesoros prohibidos
Hay misterios intactos
Enemigos del tiempo y del ahora.
Hay lugares a los que nunca se regresa
Extranjeros de cuerpo y de memoria.
Texto agregado el 22-10-2009, y leído por 468
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