Piensa cuan dura puede ser una palabra dicha por error por una advertencia. Es al menos esa luz de aquel faro, en el acantilado, con el saltar de olas locas, el descarte de tus mentiras. Mientras exhalas y aspiras cigarro recien mojado, puede entonces la duda cubrir tu cara, o el golpe que atrasa la cuerda de relojes audibles. Nadie lo sabe, ni la espuma, ni el eter ni el rugir de aves que sobrepasan sombras sinuosas. Que mas da entonces entender tus reclamos, aun esperas que aclare mi endemoniada travesia por tu conciencia. Como justifico tanto rencor no de mi parte, sino de tu clara elocuencia. Las palabras desvanecen ideas fijas, por relatar esos momentos en que dormias en la sala, en la playa o el rio. Era indiferente porque una parte de ti se fue despidiendo del alba como quien se retira a la muerte; y una parte de mi fue despertando pasion sin igual ante tu distante mueca. Algo de tu obstinada presencia quedo en mi recuerdo aquella tarde que partiste hacia el mar, el vaiven de aquel buque se llevo lo que quedaba de ti.