Ya te he dejado atrás, pero no te me vas de la cabeza. He recorrido miles de kilómetros lejos de tí, pero aún me atraviesa el cuerpo tu mirada, tu cara, tus manos...
Ahora te conozco más que antes. Te conozco mejor. Antes estaba equivocado contigo... pero sigue siendo igual. No era tu nombre lo que me cautivó, lo que me hizo recordarte para siempre. No fue tu creador quien hizo que ya nunca pudiera olvidarte, pese a que nunca antes te había visto. No.
Fue tu mirada, tu expresión. Fue ver en tus ojos años y años de lucha, de decisiones, de guerra, de victorias, de derrotas, de conspiraciones, de belleza... Años de experiencia que hacen que me quede sin palabras ante tí y que, ahora, una vez que te he dejado atrás, vuelvas una y otra vez en mis sueños a recordarme qué encerrados estamos en nosotros mismos.
Sólo mirarte a los ojos ha hecho que piense en todo lo que no voy a poder vivir, porque algo habrá que dejarse para otro momento. Tu mirada fija, desafiante, ha devuelto a mi mente la adolescencia, porque allí conocí el mundo, allí te conocí, allí se hizo presente tu luz, tu pensamiento y tu historia. |