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Inicio / Cuenteros Locales / SAMBO / LA LIBERTAD y LA FIDELIDAD (debo aclarar que es mi primer cuento, nunca antes había incursionado en este género)

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Ya habían salido los animales de sus madrigueras y otros se encontraban a buen recaudo, preparados a descansar hasta que llegue de nuevo la noche, cuando en una muy remota y pequeña estancia en las montañas, se escuchaban los trabajos de parto de una primeriza madre, haciendo todos los esfuerzos para sacar a su hijo de sus entrañas; sudorosa, adolorida, sin más compañía que el trinar de las aves y la de un inigualable paisaje montañero, con el sol que despertaba cómo agarrándose de la rocas y las hiervas del desfiladero tratando de coronar la montaña, como pidiendo le den la mano para culminar tal propósito; paisaje real y espectacular que daba la bienvenida al nuevo ser, abrigándolo el sol con sus primeros rayos, como abrazándolo, y lamentando, sabedor de a qué mundo se lo trae. Igual que el lamento que hiciera el astro rey, desgarraba la vos de un nuevo ser como que le estuvieran empujando donde él no quiere ir, con su madre como enemiga, quien la expulsa de su vientre como harta de tenerlo en el. Salió el niño de su cálido hogar en donde nueve meses ha vivido como un rey, de un mundo totalmente contrario al que viene; frío desconocido ¡fatal!. La madre hace esfuerzos para culminar su obra, múltiples peripecias y el instinto de la matrona naturaleza, hacen que salga triunfante, sintiéndose de igual forma el astro rey, que vio la escena desde privilegiado lugar, orgulloso de haber participado en tal hazaña. Daban las diez de la noche del día siguiente; cuando el marido y padre del menor hace arribo, desde que subía la montaña algo le advertía la llegada de su primogénito. Sin embargo llamó la atención del montañero, el no ser recibido con antelación cuadras abajo, por su querida adolfita, quien solía recibirle con ladridos y halagos desbordantes de alegría; la vieja y querida compañera no salió a su encuentro. Antes de ingresar a ver lo que él ya había temido, se dirigió a la madriguera de su cariñosa y fiel y vieja amiga, poderosa empresa le impidió salir a su encuentro, estaba pasando su lengua a su único cachorro, (por esto no advirtió a su dueño el alumbramiento); lo llamó “único” y con mucha alegría felicitó a su vieja compañera y pensó en voz alta ¡la familia sí que ha crecido!, pensando en su hijo que le esperaba en su cabaña. Temeroso, receloso y sin encontrar reacción, hizo su ingreso, paso lento, garganta inflamada, corazón palpitante, encontró a su mujer recostada en su cama amamantando a su primogénito; los ojos se convirtieron en olas que llegaban a la orilla queriendo reventar, solo se inclinó y abrazando a su mujer, mojó su frente dejándola salada. Se tranquilizó y quitó el paño que abrigaba a la criatura; ¡se parece a vos! dijo la madre, ¡es un hermoso y sano barón, protestó el haberle expulsado de su morada, oyéndose su inconformidad hasta el pueblo,! exclamó. Sin palabras el padre tomó en brazos a la criatura y lo llevó suavemente hacia su pecho, depositando en él un suave y tierno beso. ¿Lo Llamaremos como tú? - Preguntó su madre -, el contestó: es muy pronto para aquello, el va a ser grande y se merece algo grande, ya pensaremos. ¡Necesito bañar al niño! dijo su esposa, debo tener muchas flores fragantes y hiervas frescas a que desde ya la naturaleza se vaya identificando con él y darle así la bienvenida. El padre del niño salió en busca de lo requerido, farol en mano extrañando a su compañera de aventura, pues esta estaba muy ocupada haciendo lo suyo con uno de sus últimos cachorros, por no decir el último, debido a su avanzada edad. Con la luz de la luna, que hacía que el farol de poco o nada sirva, se dirigió a la pradera el nuevo padre recogiendo las más fragantes y hermosas flores para que sean ellas quienes tengan el privilegio de tocar el cuerpo recién salido de su hijo, para él lo más grande, la continuación de su ser, la razón de vivir, y por la también avanzada edad de su consorte y por los años intentando el encargo, ¡de seguro el único!. Recorrió la pradera, la que con la generosidad de un enamorado, regaló al primerizo decenas de formas y colores, con aromas que hacían pensar que estás en el cielo; cuando ingresaba a la cabaña recordó a su vieja amiga, y viendo regalo tan maravilloso que la naturaleza le dejó tomar de su vientre, y, que este estaba exagerado, pasó visita a la otra mamá entregándole parte de tanta dulzura y frescor. En la cabaña, la mujer, percatándose de que no se filtrara ni el mínimo hilo de fresco, procedió a quitar al niño las macanas y abrigos, de los que con tanto afán los habría provisto; el orgulloso y nervioso padre ya tenía preparado el baño, el mismo hacía recordar edades medievales cando las criadas en número mayor a diez con sales, aceites y olores, bañaban a su reina. La madre, dejando el privilegio, dio el niño a su padre, por el amor que ella por el sentía; el niño parecía un huevo que caía de su cascarón recién cortado, escurríase por los dedos a su padre, queriendo escapar hacia el líquido vital como tratando de regresar a donde había salido; Las manos del padre cual pintura del maestro Guayasamín, demostraban el sacrificio, el esfuerzo por sobrevivir en las montañas, grandes y callosas, sucias y partidas hacían pensar que el niño era una semilla más que se disponía a plantar; con el cuidado de un cirujano le dio su bienvenida, por lo poco que duró la hazaña, pareció que se trataba del paso de un colibrí amenazado por su captor. Durmió el recién nacido cual pájaro en su nido, para al poco rato despertar reclamando su sustento. En medio de los dos, abrigado y perfumado descansó después de tremenda merienda, amaneciendo la montaña con un personaje más, sin olvidar a único que crecería rápido y saldría a conquistar el mundo, ese mundo de la montaña que es tan hermoso y a la vez tan misterioso.
Tendría un año ya y nombre aún no tenía, lo llamaban hijo, mientras que el otro que el mismo día naciera ya era un mozuelo, dueño de la pradera, listo para defender a su pequeño amo, a quien cuidaba todos los días, día y noche pendiente de él, al pié de su cama, alagándole y disfrutando de sus rizas y balbuceos. Ya dejó de gatear y daba sus primeros pasos fuera de la cabaña, haciéndole descuidar a su madre, la que sabía que estaría bien cuidado, pues jamás único dejaría le pase algo. Salieron de la cabaña los dos; ya al niño le habían llegado por tres ocasiones los reyes magos; era un curioso y andariego montañez, aprendía rápido, descubría junto a su amigo lo maravilloso de las montañas, los animales, las aves, el sonido de los arroyos, el silbido del viento, el vagar de las nubes, el capricho del sol, el susurro de los árboles y todo la espectacularidad de la naturaleza que le hacía olvidar lo cómodo y bien que estaba en su antigua casa. Único, ya un adulto, y él para quien por fin su padre pensó un nombre, ya bordeaba los seis años, ya ha cuestas algunas aventuras y algunas peripecias en el bosque. Le llamaron Silvestre, pues para su padre no había más grandeza que la libertad, decía que la mayor riqueza de un hombre es el ser libre, y que la libertad no es solo estar libre sino serlo, que su hijo debía crecer y ser silvestre, libre, sin malicia ni codicia, que debía gar de la verdadera libertad que es la libertad del pensamiento. Su padre, un leñador que vivía de lo poco que recolectaba para llevar al mercado y de los huertos que tenía en su casa, nunca pensó en que su hijo estudie y salga a la ciudad, el no fue criado así, y para él, el estudio no existía; analfabeta él y su esposa, vivían muy alejados de la civilización, de las noticias, de la contaminación y del ruido, su mundo era las montañas; los animales, la agricultura, la pesca, eso conocían y les bastaba y sobraba, en realidad eran libres, no se debían a nadie y nadie les debía; no había maldad en su corazón y no sabían que era el egoísmo, vivían, como dicen que es el paraíso. Ya grande, Silvestre gustaba de salir sin rumbo, lógicamente acompañado de su amigo fiel, único, compañero de aventuras y de andanzas. Faltaban dos veranos y empezaría a cambiar el cuerpo de cuerpo de Silvestre, pero él, era ya todo un “hombre”, conocedor de la montaña de los ríos de los lagos, de cuando se aproxima el invierno y cómo preparase para su llegada; sabía donde viven cada animal del bosque, sabía cómo cuidarse y qué hacer para sobrevivir; su padre le enseñó cómo hacer fuego en el bosque tan solo con dos palos, sin importar que esté lloviendo o haga sol; como capturar liebres, como pescar, y todo lo hacía a la perfección, eso sí siempre con la ayuda y compañía de su gran amigo, único. Cierto día de verano, Silvestre decidió aventurarse; antes de que el sol saliera, tomó su mochila, misma que ya estaba empacada con lo necesario para el día, y emprendió montaña arriba, en la compañía de su amigo, único, y, a la vez, su único amigo. Anduvieron montaña arriba hasta cuando el sol caía perpendicular en su cabeza, descansaron en lo alto de una roca para alimentarse y beber un poco de agua, desde donde tenían una vista maravillosa, digna de envidia para cualquiera; a lo lejos se veía un gran valle, en donde pastaban caballos salvajes, divisibles solo por su forma de correr en manada; en lo alto y encima del valle, rondaban las águilas, los cóndores y algunas otras aves, unas de rapiña y otras carroñeras como los últimos, las que hacen recordar exceptuando la majestuosidad y el emblema del cóndor, a los políticos actuales. En este valle corrían tres grandes ríos, el uno iba hacia el sur y los otros dos haciendo una curva parecía que volvían a subir al lugar donde se formaron; los rayos del sol caían perpendiculares en el valle dándole majestuosidad y vida, haciendo brillar sus aguas y acariciando el aire por el que pasaban en su descenso; todo esto se daba de frente a como estaban acomodados Silvestre y su amigo; a espaldas de ellos, se dejaba observar a su plenitud un cañón que invitaba a volar sobre él, con un gran río, - no por ancho si no por la furia que llevaba en su camino; gruñendo como una leona que perdía a su cría, espumoso como un perro rabioso, recordaba a los lobos de las montañas, lobos amigos de silvestre o no muy amigos pero respetuosos por su compañero único; el cañón bajaba en picada cual águila a su presa, levantando una nube de bruma, como antiguamente se veían aquellas manadas de búfalos correteando cuando se sentían amenazados; la vista y el paisaje eran inigualables por el lado que se viera, único que cerró sus ojos para dormir la siesta hasta que su amo decida continuar su camino; solo escuchaba el “silencio” de la montaña y a la vez hablaba con ella, de cuando en vez se despertaba ladrando muy molesto, daba tres o cuatro ladridos y volvía a brazos de morfeo. Parecía que el mismísimo Dios vivía en esa roca, en donde descansaban Silvestre y único, pues solo Dios debería tener tal privilegio, pues el debe mirar al mundo y a cada uno de nosotros, para algún día juzgar de nuestros actos; para Silvestre, de allí se veía todo el mundo. Quedose dormido Silvestre, mientras su viejo amigo celoso vigilante había despertado de su sueño de pelear con la montaña. Silvestre entró en trance, y hablaba con Dios, pues estaba tan cerca de él que su inconsciente no pudo evitarlo; empezó haciéndole una serie de interrogantes: ¡Dios!, ¿si eres tan grade y poderoso, porque eres tan cruel?; cómo cruel preguntaba Dios, si te he hecho a mi imagen y semejanza, si Yo hice todo para ti, para que tú lo disfrutes; creé los animales, los árboles, el agua, el sol para que te caliente, los peses las aves para que te sirvan de alimento, no te falta nada; ¡no me falta nada! - contesta Silvestre -, sí que me falta y mucho, pues al hombre le falta algo que el mismo no sabe que es, y cada día lo busca, y cada día se frustra, y cada día sufre porque no lo halla; cómo pretendes Dios, que el hombre sea feliz, si no le haz hecho libre, si le haz hecho que dependa de vos, si se han desatado guerras y muertes y que los pueblos no se entiendan, los niños sufren, los hombres se matan a sí mismos y hasta a su propia madre; cómo puedes decirme que no eres cruel, cuando cada animal es alimento de otro animal, cuando el ser hecho por ti, imperfecto, destruye todo lo que tú dices que le has dado; ¡cómo no puedes ser cruel así Dios!, -despierta gritando-. Al ver que se había dormido casi dos horas, dice a su amigo único que continúa el camino, en eso en su travesía montaña arriba, en un acantilado, único, ve una liebre emprendiendo la carrera tras su captura, cuando en eso Silvestre, experimenta pertinaz encuentro con tres lobos hambrientos, estos amenazaban con hacer de él su almuerzo, lo cual era bastante probable; cuando los lobos deciden caer sobre su presa, como de la nada salta desde lo alto, único, con la nobleza que le caracterizaba, dejando salir de su caja torácica un fuerte ladrido, mismo que estremece la montaña por el eco de su furia, dando la impresión que fuesen diez los rabiosos animales cuya vos hizo temblar la tierra; los lobos emprenden carrera tras lo desconocido corriendo despavoridos; a salvo Silvestre y a salvo su fiel amigo. Silvestre, y Único, nacieron juntos como recordarán el mismo día, pero, como los perros envejecen más pronto que los humanos, cuando Silvestre cumplía un año, Único lo hacía de cinco en cinco; es decir ya Único caminaba para viejo, y según dice más el diablo por viejo que por diablo. Siendo verano, y sin haber habido posibilidades para que llueva, de pronto una pertinaz lluvia, obliga a Silvestre y a su amigo, a refugiarse en una cueva que encontraron; al parecer la cueva era de un oso; único, se resistía a ingresar en la misma, como respetando la morada ajena sin ser invitado, pero Silvestre, no hizo caso a su amigo y entró como si esta fuera su casa; la cueva era muy grande y tenía varios caminos, pero al parecer todos llevaban a un mismo lugar; Silvestre sin aguantar su curiosidad, entró un poco más allá de donde debía, pues la intensión primera era refugiarse de las lluvias; siempre fue curioso y por esto se metió en dificultades; llevado por su anhelo de descubrir, por su espíritu aventurero, entró mas allá de lo permitido para alguien que no había sido invitado; Único, no podía dejar a su amigo solo, por lo que sin dudar, pero con cierta prudencia, lo siguió, adentrándose en la cueva. Habían ingresado unos veinte o treinta pasos más de los que había ya caminado Silvestre, cuando se escuchó un sonido desconocido; Único puso sus sus orejas en alerta máxima, moviendo su cabeza de un lado al otro, tratando de descubrir de donde venía el sonido, mientras que Silvestre incrédulo sin respetar la morada ajena se aproximó un poco más adentro; de pronto, detrás de Silvestre estaba un gigantesco oso, el que al ser despertado demostró toda su furia: el oso alzó su pata delantera y dio lanzó un zarpazo dirigido a la cabeza de Silvestre, su noble y fiel amigo salto en su defensa, evitando que el golpe sea de lleno, y junto a su amigo los dos cayeron por la fuerza del animal, quien por poco los mata; apuradamente Silvestre se refugió en una grieta de la cueva en donde cabía solo él, con la esperanza de que las grandes patas del animal no puedan entrar en ella por la forma de la grieta, todo eso lo hizo aprovechando que su amigo distrajo al pesado animal, con sus ladridos haciendo que lo persiga unos metros; el animal enfurecido regresó dio la vuelta y buscó de inmediato a Silvestre, ignorando a Único, que le mordía y lo ladraba sin cesar; al parecer el oso sabía quién era el intruso y quería darle una lección; silvestre estaba acosado por el inmenso animal, quien respiraba en su cara, despidiendo un aliento, que como tal bastaba para matar, olía a un animal en descomposición encerrado en un recipiente a presión, que de pronto era destapado sin precaución. Silvestre desmayó la crudeza y realidad del hecho, perdiendo el conocimiento al apercibir la muerte cuando las garras del animal podían pudieron tocar su ropa, la que para fortuna de este se rompió en jirones, sin que el oso pueda arrastrarlo hacia él; de nada valía que el oso siga intentando alcanzar a Silvestre, así como también de nada servía todo lo que su fiel amigo arriesgaba por él. Al ver Único que él la labor del oso era infructuosa así como en vano era el riesgo que él estaba corriendo, decidió salir de la cueva dando el último mordisco a la bestia con el ánimo de que le siga y sacarlo de la cueva para que su amigo al despertar pudiera salir. El oso siguió a Único fuera de la cueva, logrando su objetivo, pero, corriendo mucho peligro, ya que para que el oso lo siguiera debió tentarlo tanto que a ratos lo alcanzó a rosar con sus garras; el oso quien había salido de su cueva, y persiguió a Silvestre, estaba cansado e iracundo no volvió de inmediato a la cueva sino que se quedó afuera un rato, mientras tanto, Único volvió a la cueva haciendo que le pierda de vista el feroz animal; encontró a su amigo en el hueco que lo dejó metido cual rata; se acercó hacia él y logró tocarlo con su pata una y otra vez, cuando su amigo al fin despertó, temeroso y asustado no sabía qué hacer, pues salir del hueco era muy peligroso si el oso volvía, pues, sería muerte segura; habían pasado ya algunas horas y en la cueva Silvestre no se podía ver ni sus propias manos; se tranquilizó un poco y recordó que su papá le había enseñado, que el fuego era el principal enemigo de los animales, que no había animal que lo enfrentara y que solo con este podría estar seguro. En su bolsillo, como buen montañista, llevaba unos palos secos, de esos para hace fuego, en la cueva habían hojas secas que caían por un agujero que había en la parte alta de la misma, pensó mucho que hacer y decidió no salir sino asegurarse; trató de hacer fuego, frotó y frotó los palos una contra el otro, que a la final y gracias a su práctica logro su cometido; el fuego, aunque no era mucho, por la oscuridad de la cueva iluminó la misma, enseñándole a Silvestre el camino a la libertad; en esto, Silvestre recordaba las palabras de su padre, para quien lo más valiosos que podía tener el hombre era la libertad, y esta radicaba en sentirse libre. Con la cueva iluminada, era casi imposible que el oso ingrese a la misma, por lo que decidió salir; un poco herido, golpeado y asustado como estaba pidió a su amigo lo siguiera y abandonó la terrible estancia en donde casi pierde la vida. Superado este imprevisto, ilvestre y su amigo debieron uscar lugar donde pasar la noche, pues regresar a casa ya no estaba permitido, por la oscuridad y el peligro que esta representaba por los animales que de la montaña y la falta de visibilidad, por lo que decidió buscar en refugio, claro ya no invadiría propiedad privada como desacertadamente lo hizo. Encontró una roca en donde podían pasar la noche, pues esta les taparía un poco el frío; junto a su fiel amigo, pernoctaron aquella noche, despertando my temprano al día siguiente con el afán de regresar a casa. Después de haberse recuperado un poco Silvestre y Único, dejaron su refugio y emprendieron camino; ya eran las nueve de la mañana y Silvestre notó que algo andaba mal, habían estado caminando en círculo rodo ese tiempo, es decir estaban perdidos. Silvestre había olvidado algo muy importante, y era el guiarse por el sol, este les haría saber en donde estaban y podían encontrar el camino a casa, pues su padre le había enseñado e insistido mucho en este asunto. Casi exhausto y confundido, decidió tomar un descanso, por fortuna antes de que el sol esté sobre su cabeza; recordó lo que su padre le enseñó y dirigió su mirada al sol, se dio cuenta por donde este había salido y creyó saber el camino a casa. Acarició a su perro y muy contento se dirigió montaña abajo; caminaron hasta que el sol se encontraba perpendicular sobre sus cabezas, es decir era el medio día cuando de repente algo inesperado sucedió; encontrábanse ellos en una cresta de una montaña, misma que era de muy difícil trajinar, unía esta dos partes que sin estar colocada allí, había que dar una muy larga vuelta para pasar de un lugar a otro, es decir era como un angosto puente. ¡Sí algo sucedió!, la tierra empezó a temblar, de pronto esta se partió; el puente que comunicaba al un lado con el otro, se partió en dos, separándose la una mitad de la otra, quedando Silvestre y Único al lado que a ellos no les convenía quedar. Sin aliento y muy nerviosos los dos bajaron de dicha cresta buscando por donde pasar, cuando Silvestre, seda cuenta que con solo un salto podrían estar al otro lado, pues había un lugar en donde la tierra no se había separado tanto; Sin pensar dos veces tomó vuelo y saltó, mientras su fiel amigo quedaba al otro lado esperando su turno, vio con terrible desesperación e impotencia, como su amo poco a poco se deslizaba hasta el interior del agujero. Recién aperturado; la tierra había estado desprendida, pero aparentaba estar firme, cosa que le dio la confianza y la seguridad a Silvestre para lanzarse como lo hizo. Su fiel amigo, quien desde que nació permaneció junto a su amo, en las buenas y en las malas, quien significaba todo para él, solo vio como su amigo se fue al fondo, escuchando solo su voz que lo llamaba mientras resbalaba. Trató de irse con él, pero su instinto le hizo retroceder. Pasaron unos pocos minutos, mismos que para Único fueron eternos, cuando escuchó la voz de su amo pronunciar su nombre, no había muerto, es más no obtuvo sino unos pequeños golpes rasguños en la larga caída; Único se alegró sobremanera de escuchar a su amo, por lo que ladró con todas sus fuerzas, como pensando que su amigo podía subir por la cuerda invisible que hacía su ladrido. Infructuosos fue todo intento de salvar a su amo para Único, como infructuoso fue todo intento de salir para Silvestre; sin fuerzas, sin aliento, hambriento y deshidratado se durmió Silvestre en el fondo del agujero; se le comió la tierra, y lo estaba digiriendo de poco a poco, por lo que su fiel y noble amigo algo tenía que hacer. Al no escuchar más a su amo, Único salió en busca de ayuda, corrió y corrió de tal manera, que sus patas dejaban huellas de sangre, su lengua ya tocaba el suelo.
Los padres de Silvestre, desesperados lo buscaban por todas partes, pero no había nada que hacer, literalmente se lo tragó la tierra. Único encuentra recompensa a su larga travesía, divisa un casa de unos montañeros y sin más fuerzas llega hasta la cabaña pidiendo auxilio; los montañeros, gente muy caritativa y buena, acogen a Único, le dan agua y algo de comer, pero se dan cuenta que el animal no era comida lo que quería, pero, no entendían su mensaje; pues comprobado está, que el hombre no es lo suficientemente inteligente como para comprender a un animal, ni su sufrimiento ni su angustia; es pos eso que se maltrata a los animales a diario y en todo el mundo. Único, con lo que caminó, ya hubiese llegado a casa de su amo, pero como quedó del otro lado de la montaña debió ir a lo seguro, pues ir con dirección a la casa y llegar a ella a dar aviso a los padres de su amo le llevaría mucho tiempo y al llegar su amo ya podía estar en mejor vida. Al fin los montañeros entienden el mensaje y deciden seguir a Silvestre, Caminaron y tanto que la noche caía y no podían ni querían avanzar más, por lo que decidieron regresar a su casa. Único desconsolado, muy triste, agotado y sin aliento, decide avanzar donde su amo; después de un largo camino de vuelta, al fin llega a la grieta que se comió a su amo, ladra y ladra hasta quedarse completamente exhausto, casi desmayado, dormido en un charco de sangre que salían de sus patas. Los padres de Silvestre, por su parte, no descansaron en su búsqueda, caminaron tres días enteros sin descanso. Al amanecer para empezar el cuarto día de búsqueda, los padres de Silvestre casi sin esperanzas de encontrarlo, deciden volver a casa, pues no tenían provisiones y estaban my cansados después de haber caminado día y noche y haber gritado el nombre de su hijo y de su perro; a lo que llevaban media hora de camino de egreso uno de los ayudantes de la búsqueda descubre la grieta recién formada y observa la sangre que saliera de las patas de Único; alerta a los padres de Silvestre, quienes al ver eso perdieron toda esperanza de encontrar con vida a su hijo. Echaron un vistazo dentro de la grieta y pudieron ver rastros de sangre en las paredes y señales de que alguien o algo habían rodado hacia adentro. Con todo cuidado y por medio de cuerdas, ingresaron al interior de la grieta; el cuadro era desgarrador para sus padres; el animal y su amo, unidos en un abrazo como un todo, se encontraban muertos, Único encima de su amo con su hocico en su cara, la cara de Silvestre estaba llena de lagañas y lágrimas de tanto que el animal había llorado; el cuerpo de Silvestre estaba arañado, no por las garras del oso, sino por la desesperación de Único en el afán de devolverlo a la vida; perro y amo murieron, pero nunca el perro lo dejó prefirió morir con él, a vivir sin él.
Fin…

Texto agregado el 21-10-2009, y leído por 290 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
28-10-2009 muy buen texto me mantubiste atento lograste bien este escrito Felicidades Saludos*****escucha las sugerencias y no dejes de escribir el escritor no nace se hace saludos guero
24-10-2009 He regresado de un viaje y al parecer TSUBASA ha malinterpretado mi comentario.. Me referia a LOCK no a tu trabajo, espero que sirva la aclaracion.. Un abrazo CARLOSALFONSO
22-10-2009 NO ENTIENDO EL COMENTARIO DE CARLOSALONSO. PERO LO QUE SI TE DIGO ES QUE TU CUENTO ME HIZO LLORAR SOY UNA PERSONA MUY SENSIBLE. EN HORABUENA. tsubasa
21-10-2009 SAMBO mi comentario lo limitaré a la actitud del comentario enfermizo que entiendo no vale la pena pero que ha desbordado mi paciencia -La cual domino a la perfeccion pero se ha visto rebazada- Lamento el momento, ninguna persona puede ser atacada de esa forma. No respeta hombres ni mujeres, aficionados, escritores, poetizas, no respeta a nadie. He planteado mi malestar al Administrador de la Pagina y de no Cancelar la participacion de este desquiciado lo reportare por la via regular a las autoridades. No intersa que este en donde esté, su cobardia no evitará ocultarse y hallarlo -Existe evidencia escrita de los agravios, ofensas, improperios, grocerias y ademas la foto de esta persona que ya la tengo impresa y guardada en memoria.. Si estuviera en este pais ya estaría preso. Lamentablemente existen estas personas que se esconden en la PC para atacar, amparados a una libertad que malinterpretan. Te sugiero presentes tu rezacho a esta actitud. Estoy dispuesto a retirarme de esta pagina si no se toma una acción. Tu trabajo?? Muy bueno como todo lo que haces !! Un abrazo CARLOSALFONSO
21-10-2009 ...apesar de um texto grande, li todo, parabéns, o que pude entender me bastó, muy bueno. naves
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