En ese momento en el que cada latido se vuelve intenso, que cada palabra se vuelve decisiva, que cada caricia se torna necesaria, ese momento que marcara un inicio, o un fin.
En ese momento, ahí estabas haciendo latir mi corazón, haciendome decir las palabras correctas, mirandome, simplemente mirandome y sonriendo.
Y lo hiciste parecer tan simple, tan hermoso, tan perfecto, cautivaste mis sentidos, mi cuerpo mi ser, lograste que olvidara lo malo, que no devolviera las cuajantes miradas de aquellos que siempre tienen un defecto para opacar lo bueno, que ignorara la impetuosa y petulante voz de aquellos que intentan que no puedas y que no quieras, me diste fuerzas para enfrentar aquello que me atemorizaba, me volviste capaz de ser quien ya era.
Y debo decir que tuve miedo, porque así es mi naturaleza, negar la posibilidad de que existe algo bueno en su totalidad, y tuve miedo y dude, hasta que me abrazaste y me miraste a los ojos, entonces mis dudas quedaron inmersas en un mar de incredulidad e inocencia, desbordando en lágrimas de estrambótica e inevitable felicidad que me abastecía de fuerzas para entregarme en cuerpo y alma a este amor que me enloqueció y me convirtió en una espectadora y protagonista de la historia mas impresionante y digna de escribir para que todo aquel que desee creer que todo es posible la lea y crea, crea que verdaderamente los cuentos de hadas no mienten y que el amor es la fuerza as poderosa del mundo, capaz de romper los lazos mas fuertes, de sobrepasar los obstáculos mas impetuosos, de salvar vidas, de calmar a los desesperados, de encontrar a los perdidos y de auxiliar a los desahuciados.
Doy gracias a la vida doy gracias al amor, gracias por darme luz en la plena obscuridad, por sacarme de donde ni siquiera sabia que estaba, por darme un motivo para vivir y por darme problemas para resolver.
Te amo y no pararía de decirlo nunca, porque sentirlo y aprehenderlo como propio me da un objetivo inmediato por el cual necesito y debo no solo sobrevivir, sino también vivir.