Colorín colorado …


… Ellos, los niños sabían a qué se arriesgaban, fuerte era su temor, más su coraje se acrecentaba al saber que salvarían a las indefensas criaturas.
Esa tarde, en la que sabían que ella no estaría, podrían entrar a rescatar a los conejos Neozelandeses enjaulados.
Lo habían planeado con tiempo, exactamente un mes, esto era así ya que una vez al mes ella abandonaba la choza en busca de plantas e insectos para sus pócimas.
Se quedaron escondidos detrás de un depósito de varillas de paja con las que la bruja Artemisa armaba sus propios vehículos voladores.
Cuando la diabólica vieja partió, los cuatro amigos ansiosos corrieron hacia la puerta.
Uno de ellos, el de mejor visión se quedó en la puerta de vigía, los otros tres entraron con las jaulas de transporte.
Estas habían sido prestadas por Don Walter el veterinario del pueblo, acérrimo enemigo de la bruja Artemisa.
Cuando entraron quedaron segundos paralizados observando.
Cientos de tubos de ensayo humeantes, frascos con especies horrendas de insectos, ratas y culebras componían una fotografía para aterrorizar a un descuidado.
Ahí cercanos a la jaula de la pitón, los inocentes conejos mordían vegetales, inconscientes de su lúgubre destino.
Pasada la aprehensión inicial, se acercaron a los simpáticos orejones y uno a uno tomaron sus frágiles cuerpecitos poniéndolos a resguardo.
Cuando cerraron la última jaula transportadora escucharon el grito del centinela, la horrible señora de nariz con lunar peludo se acercaba.
Salieron presurosos tirando cuanta cosa se cruzo en su camino, ya no había tiempo para delicadezas.
Se ve que con el tiempo Artemisa había mejorado el transporte pues la velocidad de la escoba que la traía llegó a destino antes de lo calculado.
Fue así que los cuatro niños y su salvada carga quedaron emparedados entre la bruja y la choza.
Ninguno trato de correr, es como si verla los hubiese petrificado.
Ella habló y con la voz característica de las brujas dijo,- se han atrevido a entrar en mi morada y no solo eso sino que también han robado a mis pequeños, eso se paga con la vida-
Uno de los niños, el más grande, tartamudeó –solo queríamos llevarlos al veterinario- La bruja sarcástica rió al mismo tiempo que en un movimiento rápido arrancó de las manos de uno de los niños la jaula.
-Ahora verán- agregó -no solo hervirán los conejos, señalando la tinaja gigante que humeaba al costado de la choza, sino que junto a ellos hervirán ustedes- y rió espeluznantemente jajajajaja jajajajaja…
La bruja dejo la escoba a un costado y…- Papá, papi- excitado mi pequeño hijo interrumpió el cuento, pero es verdad que las brujas existen?-
Debo confesar que al sentir la angustia en su voz me vi tentado de aclararle que todo era una fantasía, un cuento popular, más cuando me incliné a besarle la frente me encontré con los ojos de mi suegra, parada en la puerta de la habitación me observaba juzgando mis actos como siempre, maldita cuanto te odio pensé, entonces espontáneo contesté - si hijito existen claro que sí…

Ness 23/09/09

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