DE ANGELES
La madre le dio el beso de buenas noches y se fue a terminar los quehaceres. La pequeña simulo estar dormida, pues quería continuar contemplando la noche. De pronto sus ojitos inundados de sueño se comenzaron a cerrar...
Repentinamente tras la ventana se escucho una graciosa risita, Emilia se acerco a ver lo que ocurría, y grande fue su sorpresa al ver que se trataba de un angelito que jugueteaban en su jardín, quien al verla se acerco amistosamente; ella abrió la ventana.
-¿Por qué no te has ido a dormir? – pregunto la pequeña.
El ángel , con aún un poco de risa en el rostro, le hizo un gesto para que hablara mas bajo, mientras se acomodaba en el umbral de la ventana.
- Por que no tengo sueño- dijo simplemente el ángel.
- Yo tampoco tengo sueño, dijo la pequeña, trepándose en su sillita para no estar en puntillas.
- Si quieres yo te ayudo a dormir- ofreció amablemente el ángel.
Emilia acepto, mientras volvía a su cama cubriéndose con la tapa.
- Tu vives en el cielo verdad- pregunto mientras el ángel se sentaba a los pies de la cama-
- Mmm… si vivo en el cielo…
- Entonces de debes saber por que hay tantas estrellas allá arriba.
- ¿Estrellas?, no son estrellas- dijo él mientras se acomodaba las alitas.
- ¿Entonces?
- Son lámparas… es que nosotros cuando nos vamos a dormir las encendemos para poder ver mejor hacia la tierra… cada uno tiene la suya- Emilia escuchaba con atención mientras el ángel continuaba –aunque el otro día regale la mía… se la di una pareja que observaba la noche, hubieras visto como gritaban… ¡una estrella fugaz!, fue muy lindo.
- ¿Y como te iluminas ahora?
- Eso es lo de menos… siempre nos van llegando lamparitas nuevas.
Emilia se acomodaba entre la tapa, mientras escuchaba con mucha atención al pequeño angelito.
- Antes de dormirme una ultima pregunta…
- Dime- dijo el ángel –pero luego te duermes.
- ¿Es verdad que a ustedes los angelitos les gusta pintar?
- ¿Por qué lo preguntas? – dijo sorprendido el ángel.
- No lo se… parece que lo escuche una vez a un pariente tuyo…
El ángel sonrió.
- Es verdad –confeso el amistoso ser –nos encanta pintar… tenemos muchas acuarelas de distintos colores, y, ¿Te cuento un secreto?, lo que mas nos gusta es derramarlas por el cielo, lo hacemos casi todas las tardes. Vieras lo entretenido que es!
- ¿Y como limpian después?
- Es que después, cuando terminamos de jugar, lavamos el cielo… le echamos agua y pasamos y un paño. La gente de la tierra le dice a esto “lluvia”. Y luego nos vamos a sentar un rato a las nubes a esperar a que se seque. Por cierto, las nubes son mucho mas blandas que estas cosas –dijo tocando la cama –yo no podría dormir aquí –dijo mirando a la pequeña niña.
Emilia estaba con los ojitos cerrados abrazada a un cojín de toalla. Se había dormido.
Al día siguiente cuando se encontraban Emilia con sus padres paseando por la plaza, la pequeña miro al cielo, no pudiendo ocultar su sorpresa
- ¡¡ Mira papá!!, los angelitos están jugando con sus acuarelas.
Los padres miraron al cielo y no vieron mas que el sol ocultándose y un atardecer cargado de colores.
|