Niebla, el camino es de niebla; en la casa aun no empieza la fiesta, mientras afuera la espera me dice que no quieres bailar, otra alma quiza presagie tu olvido. Adentro cuerpos marchitos, golpeados por el fastidio de la vida, giran en torno a tu figura de esbelta poseida. Nadie sabe por que gritas cuando empiezas a danzar ese musitar gitano que clama la muerte. Arriba de tus manos que apuntan hacia el cielo, el repique de tus dedos anuncia el comienzo. Solo el comienzo porque tu vientre de hembra desnuda hace enervar la piel de esos mortales que te observan, babosos, delirantes, perdidos y traviesos. No dura mucho la musica, no aguanta demasiado el compas de tus pasos, hay algo en esa niebla que anuncia tu derecho a no perdurar, en las sombras, al trasluz de una fogata se delata el soplar de los diablos inertes y errantes por el miedo de miradas absurdas. Luego el deseo disipo tu compas.