Puedo escribir tu nombre mil veces, como puedo acordarme de ti las mismas veces.
Por enésima vez he suspirado después de haber pensado tanto en ti y lo único que he conseguido es seguir pensando en ti.
Es cierto. Alguna vez habré pronunciado a tu dulce oído que ya no iba a recordarte nada de lo nuestro y también te juré que ya no iba a pensar tanto en ti. ¿Tú crees que he podido?
El beso. Nuestro ultimo beso me gustó más que cualquier otro que nos hemos dado, no sé si fue por qué tenía tantas ganas o tiempo de no hacerlo.
Puedo escribir tu nombre mil veces, como también puedo acordarme de ti las mismas veces.
Puedo hacer muchas cosas cómo: gritar al viento, exclamar que te quiero, dar giros de alegría, imaginar que beso el cielo en la opaca figura que deja tu ausencia, que sin querer enreda mi pobre pensar y a la vez no ayudándome a olvidar me hace forzosamente llorar.
Obstinadamente lo que no puedo dejar de hacer es seguir queriéndote.
Porque te tengo presente donde quiera que esté, porque cada mujer que miro me hace recordarte, porque miro la estrellita más linda cada noche en el cielo, por ese mismo motivo y muchos más creo sinceramente no te he dejado de amar.
Puedo escribir la palabra más dulce que he escuchado en todo éste inolvidable día, bajo la cúspide del recuerdo que ampara mi soledad infinita sin tu presencia, pero jamás, jamás, podré olvidarme de ti...