Duele coger tu
mano soberbia
cuando tirita,
y la mano sudorosa
cuando lloras de
alegría,
duele consolar
las migrañas de mañana
y acariciar las
libertades póstumas
cuando no queda
nadie a tu lado.
Y duele aún más
sentir que la vida
que un día fue tan
feliz
se pierde de a poco,
cae,
por el balcón
de tu ventana.
Texto agregado el 19-10-2009, y leído por 112
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