Sentado en el bar de siempre, con mi infaltable café de filtro cortado con leche y medias lunas, saqué mi incipiente novela y me dispuse a corregirla. Al rato el ruido me desconcentró, la anciana disculpándose acomodó torpemente la silla que había empujado. Dije no es nada señora no se moleste y entonces la observé. Había algo en su mirada o quizás en la expresión de su rostro. En algún momento de mi vida la había conocido. No sabía aún de donde.
Se sentó junto a la ventana que daba frente a mí. Pretendí el instante siguiente no prestarle atención, no quería que sintiese que juzgaba su torpeza.
Pidió un té con masitas, cuando el mozo se retiró sacó de su bolso dos frascos, parecían medicamentos.
Cuando comenzó con la merienda, ya distraída, la volví a mirar. Rebusqué en mi memoria. De donde conocía yo esos ojos hielo.
Quise retomar la novela y bajé la vista, solo un segundo pude, la mire nuevamente y entonces salió de mi boca como un grito apagado la respuesta, _la señorita Nuria, es la señorita Nuria.
La señorita Nuria había sido mi primera maestra, cuarenta años atrás. Debo confesar que me emocioné.
Me levanté, me acerqué a su mesa preguntando con timidez y aún con duda, -perdón es usted la señorita Nuria la maestra?, sorprendida terminó el sorbo de té y dijo firme como siempre lo había sido, -sí usted quien es joven?-.
Después de una hora de charla, la señorita Nuria nombró a quien era mi compañero de banco, mi dificultad con el abecedario y mi mala conducta, sonrió sarcástica como entonces, que memoria elefantiásica pensé.
Me contó que sufría de hipertensión, de sus cinco nietos y sus viajes. Cuando hablé de mi le conté que era profesor de historia pero que lo que más amaba era escribir, soy escritor, no muy conocido de hecho, pero orgulloso remarqué. En lo que respecta a mi vida personal fui breve, no había formado pareja. En medio de la charla la señorita Nuria fue al baño, típico de los ancianos se tomó su tiempo.
Y yo recordé también. Las tareas los fines de semana, los tirones de oreja, ponerme en cuclillas por lo de las tizas.
Lo peor fue la reprimenda delante de todos mis compañeros cuando me vio besando a Cristina, eran cosas de chicos, que vergüenza me hizo pasar. Nunca más pude besar a otra mujer a pesar de la terapia.
Cuando volvió la señorita Nuria, me encontró absorto y preguntó- en que pensás querido?-, entonces la miré con cara de inocente, como en primer grado y le dije mientras jugaba nervioso con los frascos en mi bolsillo, en nada señorita Nuria, en nada, tomé el té que se le va a enfriar…
Ness 9/10/09
a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nd/3.0/">La señorita Nuria by Néstor Fidel Panseri Cabello is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.Based on a work at letraskiltras.ning.com.
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