Guauuu… es la única palabra –no es una palabra precisamente –que encuentro para describir esa sensación en la que la persona, en este caso yo, se encuentra fuera de sí y se pasa a una especia de Nirvana.
Mi primera vez fue en Univalle, un amigo y yo fuimos por desocupados, ese viernes nada había para hacer y decidimos ir para pasar un rato agradable. Llegamos a la zona de tolerancia, la plazoleta de banderas, era temprano por lo que se encontraba algo desierto. Había una tarima lista, ese día había una de esas famosas audiciones, nunca he entendido para que hacen eso, si para alguna competencia o solo para deleite de los presentes.
Mi intención era comenzar con algo suave, yo no tenía experiencia, sin embargo mi acompañante si la tenía; quería empezar por algo suave: compramos dos chocolatinas.
Nos sentamos en un árbol y cada uno ingirió la que le pertenecía, estaban deliciosas excepto por unos trozos de hierba que tenía, eran duros y sabían raro.
Esperamos sentados y el sueño invadió mi ser e hizo que mis párpados se volvieran pesados, no era lo que esperaba. Unos minutos después llegó “porky”, le decíamos así por su nariz rechoncha y ancha; estaba mal, en un estado deplorable, sus ojos estaban reducidos a la mitad de su tamaño, “¿este man como hace para ver bien?” pensé.
- ¿Compramos uno ó que? – me dijo Cantor –ese es su apellido, no es un apodo aunque lo molestamos con ese apellido, es muy cómico.
No supe que responder, solo me levanté e hice un ademán, emprendimos camino hacia unos árboles donde habían unos sujetos, Cantor fue mientras lo esperaba con el viejo “porky” que lo único que decía eran estupideces.
- Uyyyy. El cielo no sirve para nada, solo nos estorba para que no podamos deleitar de la cración divina del universo.
Al regresar Cantor, su rostro dejaba ver un gesto de disgusto
- Que cosa tan cara –dijo de mal modo- costó $2000, y por mi casa cuesta $500.
Nos sentamos cerca de la tarima, los tres. Cantor fue primero, luego “porky”, cuando llegó a mi mano, el primero me dijo como debía hacerlo.
- Primero dale suave y manténgalo un momento, luego profundo.
Así lo hice, volvió a mi poder dos veces más, dejamos de hacerlo porque debíamos partir por una amiga, Alejandra, la mujer que más emociones ha despertado en mi vida, aunque ella no lo sabe, tiene novio.
Miraba a mi alrededor y todo se veía normal, la banda afinando instrumentos, la gente fumando, parpadeaba una y otra vez, cerré los ojos y cuando los abría toda la escena había cambiado. La gente caminaba dejando una estela tras de sí, parecían cometas, el sonido se oía a metros de distancia, se un momento a otro la banda ya estaba tocando. Miraba al suelo y mis piernas las veía lejos, mi corazón también fue testigo de ese éxtasis. Mi respiración se aceleró, mi pecho se quería abrir, y el desespero no se hizo esperar. “Mi mamá se va a dar cuenta”, fue lo primero que se me vino a la mente.
Partimos por Alejandra, hoy estaba sin novio, me daba vergüenza saber que me vería en ese estado, pero igual no me importaba, cuando comenté mi miedo a los muchachos, “porky” atinó a decirme:
- Relájate, deja que fluya por tu cabeza, si te estresas no lo disfrutas –nunca una frase de alguien había influido tanto en mi vida, me dejaría llevar y volaría con ellos.
Emprendimos vuelo, es decir, camino, emprendimos camino, “lo que muestran las caricaturas es verdad, todo se ve muy bueno” decía en vos alta. La entrada peatonal de la universidad era muy larga, pero con lo que teníamos se alargó unos quinientos metros.
- Levamos como media hora, Aleja ya se tuvo que haber ido –decía Cantor con sus grandes gafas negras.
- No han pasado ni cinco minutos –dije mirando el teléfono celular y riéndome, que grave error.
La risa no se podía detener, mientras miraba al suelo para que la gente no se diera cuenta de nada, no podíamos parar de reír y caminando por esa entrada era peor, estábamos en una banda para hacer ejercicio, todo era una confusión.
Alejandra nunca llegó, al menos eso creímos, así que salimos hacia el paradero, sentía que la gente me miraba y me señalaba, mientras en mi interior pensaba “debo parecer normal, nadie debe darse cuenta”. Abordé el bus rojo, pagué de mas sin darme cuenta, y me senté en el rincón más alejado, no sé que habrá sido de “porky” ni de Cantor, cerré los ojos y mi cuerpo empezó a voltear en un espacio oscuros, me sentía excitado, quería tener sexo…pero la situación complicada fue cuando llegué a mi hogar. |