En lo profundo del mar atlántico vivía un pequeño pez de aleta plateadas con franjas doradas. Decían las sirenas que el animalito era así porque sus padres habían vivido cerca de un buque viejo de piratas en donde se encontraba un gran tesoro.
Dentro del viejo buque se encontraba grandes lingotes de oro y otras joyas preciosas. Pero posteriormente, se mudaron a un coral fuego habitado por multitudes de peces de todas las especies y variedades, ya que ese tesoro era muy buscado por los humanos. Y además el coral fuego tiene la particularidad de que si es tocado por manos humanas quema en alto grado, así que allí no los molestarían para nada. Al pequeño pez lo llamaron Escarchita porque cuando nadaba a grandes profundidades iluminaba con sus franjas luminosas los territorios más oscuros.
Todos lo querían mucho, incluso las odiosas anguilas eléctricas que se dedicaban a molestar a los más pequeñines porque el amable pez era muy amistoso con todos los habitantes del mar incluso los más feos y espeluznantes que se pueden imaginar.
Sin embargo a los antipáticos tiburones no les hacía mucha gracia que se hiciese amigos de los peces feroces del mar. Estos les encantaban aterrorizaban a todos. Les encantaba perseguir y acosar desde el pobre pez globo hasta el delfín más juguetón que se paseaba por el mar.
A pesar de que los tiburones habitaban en aguas más frías y lejos del coral fuego no le hacía ninguna gracia que las anguilas eléctricas se la pasasen con Escarchita. Ellos desde siempre tenían una buena sociedad con las anguilas. Estas atontaban a los peces más pequeños, y estos ya por supuesto tenían su almuerzo ya listo.
Para ellos entonces todo cambio. Tenían que buscar su almuerzo de otra manera. Los peces que vivían en el coral fuego sabían cuando venían los tiburones. El tiburón Martillo siempre venía a la cabecera, pero todos ellos tenían sus escondites, y ahora las anguilas montaban la guardia, y si se acercaban mucho recibían unos cuantos corrientazos de éstas.
Toda esta situación tenía muy enfurecido al Tiburón Martillo, y entonces decidió tenderle una trampa a Escarchita para tener a las Anguilas como aliadas. Sabían que Escarchita le gustaba explorar y conocer las profundidades del mar así que el Tiburón Blanco, quién era el más astuto busco a un Erizo malhumorado que vivía cerca de su territorio.
-Oye tú. Le dijo el tiburón
- ¿Que quieres? No ves que estoy durmiendo mi siesta. Le dijo gruñendo el erizo
- Por cierto, ¿porque no vives en el coral fuego con los otros erizos? Le preguntó el Tiburón
-Es que ese escarchita me cae de un pesado. Desde que se ha vuelto tan popular todo los demás me ignoran. Así que decidí alejarme de ese vecindario.
- Quieres vengarte. Nosotros los tiburones también lo detestamos.
- ¡y eso!
-Las anguilas son ahora amigas de él, y nos gustaría proponerte algo para que los dos nos beneficiemos.
-¿Que quieres? Le preguntó el Erizo.
- Que tal si lo invitas a las cuatro corrientes, y como es de un curioso seguro que aceptará.
-Eso suena macabro, allí solo hay oscuridad le respondió el Erizo
-Esa es la idea. Le contestó el Tiburón.
A pesar de que la idea no era muy bonita, el pobre Erizo estaba de lo más resentido así que decidió unirse al plan. El Tiburón Blanco ya se imaginaba comiendo peces más grandes, así que se fue nadando hasta llegar donde estaban sus otros amigos.
Así que deslizándose por la arena llego al coral fuego. Y se acercó al ingenuo pez.
-Hola Escarchita
-¡Hola! Que gusto verte otra vez. Sin pensar en los planes del Erizo.
-Sabes, como yo se que te gusta incursionar, mañana salgo a las cuatro corrientes, ¿Quieres ir conmigo?
- ¿Y que tal es el sitio?
-Es un poco oscuro, pero dicen que allí viven unos peces muy amigables
-¡fantástico! Debe ser buenísimo el sitio. Voy a invitar a mis amigos los caballitos del Mar.
-¡No! No puedes decirle a nadie. Es un secreto entre tú y yo.
- Bueno si lo pones de esa manera le respondió Escarchita.
Al día siguiente Escarchita salió muy emocionado con el Erizo. Le pareció un poco extraño que fuese tan lejos, pero como él tenía un espíritu de aventura sin igual no le importo.
Ese día nadie noto la ausencia de Escarchita a diferencia de los delfines y los pulpos.
-¿Dónde esta Escarchita? Pregunto Motitas.
-No lo he visto respondió el otro delfín
-Yo si. Lo vi acompañado de un erizo de púas rojas dijo el Pulpo
-Ese es gruñón contestó. No debe estar en nada bueno entre manos respondió
-El otro día lo vi con unos Tiburones. Me pareció tan extraño comento un calamar.
-Puede que Escarchita se encuentre en Peligro. Dime por donde lo viste.
-Se dirigían a las 4 corrientes.
Mientras tanto Gruñón y Escarchita ya casi llegaban a las 4 corrientes. Entonces le dijo con malicia al pobre Escarchita.
-Mira, si sigues nadando hacia las profundidades en la parte más oscura, allí viven unos peces luminosos. Son muy amigables. Seguro que estarán felices de hacer amistad contigo.
- ¿No me vas acompañar? Le preguntó ingenuamente Escarchita
-Yo estoy muy cansado. Voy a reposar debajo de ese coral.
- Gracias amigo. Eres muy amable. Lo tendré siempre en cuenta.
Así que Escarchita fue nadando a las profundidades pero no vio ningún pez. Todo era muy oscuro. Le parecía todo tan extraño. Quiso volver, pero estaba un poco oscuro y ya sus aletas ya no brillaban tanto porque estaba cansado del viaje. Se escondió detrás de una roca, y le entro un susto.
Escarchita empezó a pensar que el Erizo lo había engañado. Pero ya no se podía hacer nada.
Mientras tanto los Tiburones se dirigían al coral fuego. Y vieron a las anguilas un poco tristes.
-¿Qué les pasa? Será que Escarchita los abandono.
- Eso les pase por hacer amistad con ese pez tan extraño comento el tiburón Martillo.
-¡Déjenos en paz! Le contestaron
-Bueno Uds. ya saben donde encontrarnos. Le dijo el Tiburón Blanco.
Las anguilas que estaban un poco resentidas ya porque además no eran muy pacientes decidieron esperar una semana, si Escarchita no aparecía se irían otra vez con los tiburones.
Mientras tanto los Delfines buscaban a Escarchita. Y no lo veían por ninguna parte.
Antes de llegar a las cuatro corrientes se encontraron con un pez de gran tamaño. Tenía la particularidad que era de zonas oscuras pero no le gustaba para nada las 4 corrientes porque eran muy frías. Así que ni se acercaba.
-¿Has visto a un pez con aletas plateadas con franjas doradas?
-Déjame ver. Ah si. Esta mañana. Me parece una locura que un pequeño pececito se aventure a ir por esos lados.
-El es nuestro amigo. ¿Será que nos ayudas a buscarlo? Le pregunto Motitas
- Uy, me da miedo, esas corrientes son muy frías y es muy oscuro.
-Pero, tú tienes luz propia. Nosotros no podemos ver en las profundidades. Le dijo Motitas.
- Como yo sé que tú has sido siempre muy servicial conmigo. Lo buscaré. Pero no me gusta ir solito.
- Yo te acompaño dijo el pulpo.
Así que fueron descendiendo llamando a gritos a Escarchita.
Escarchita le pareció oír voces y entonces se percató que no estaba solo.
-Venimos de parte de los delfines. Están preocupados por ti. ¿Que haces tan lejos de tu casa?
-Un erizo me invito a pasear por estos lados diciéndome que había otros peces, pero por lo que veo aquí no veo nada.
-¡Tu si eres tonto! Te han tendido una trampa. En las cuatro corrientes nunca ha habido ni un alma. Acompáñame, vámonos de aquí.
El pobre Escarchita decidió seguirlo, y al llegar más arriba vio a sus amigos los delfines.
-¡Menos mal que te encontramos! Pudiste haber muerto en esos territorios. Le dijeron los delfines.
Cuando llegaron al Coral fuego no vieron a las Anguilas. A Escarchita le pareció todo tan extraño. ¿Dónde están mis amigas las corta corrientes? así las llamaba Escarchita con cariño.
-Se fueron con unos tiburones, estaban un poco decepcionadas porque no aparecías. Tú sabes como son. Le dijo un calamar
- Las voy a buscar dijo Escarchita.
-¿Cómo se te ocurre? Están con los tiburones. Te pueden comer. Le dijeron los delfines.
-Sin embargo tengo una idea, mañana vamos para allá en las aguas de los tiburones, claro a cierta distancia dijo el más valiente de los delfines
- Vamos a ver, sin son realmente tus amigas. Dijo Motitas.
Al día siguiente, salieron los delfines y Escarchita. Allí estaban las anguilas con los tiburones y con el traidor del erizo.
-¡Mira quién viene por allí! Dijo el Tiburón Blanco relamiéndose los dientes.
-Pero, viene acompañado de esos delfines. Yo no me meto con ellos. Son muy ágiles e ingeniosos. Y no quiero una pelea con esos. Dijo el Tiburón martillo, quién era un poco cobarde.
-Hola amigas le dijo Escarchita.
- ¿Que haces por estos lados? Le respondieron las anguilas con frialdad.
-Vine a saludarlas. Es que me perdí. Ese Erizo me llevo a las cuatro corrientes, y si no fuera por mis amigos los delfines y otros peces hubiera sucumbido.
-¡Con que esa tenemos! y entonces sin pensarlo le dieron unos corrientazos a los tiburones.
-¡Perdónanos Escarchita! Es que creía que ya no querías ser nuestro amigo.
-Tienen que tener un poco más de fe y ser menos impacientes. Les reclamó Escarchita.
- ¡Vámonos de aquí! Todos ustedes unos traidores. Nos quedaremos por siempre en el coral fuego.
- Caramba Gruñón. Sé que te sientes muy solo. Siempre serás bienvenido en el coral fuego. Aunque esa fue una jugada muy fea le dijo uno de los delfines
- Lo siento. Le dijo gruñon.
-Te perdonamos le dijeron los delfines.
-Ven Gruñón. Conozco un sitio en donde hay otros erizos. Te los presentare. Le dijo amigablemente Escarchita
Y así fue que las anguilas volvieron al Coral fuego, y Gruñón dejo de ser un erizo solitario y resentido. Hizo amistades con otros erizos e incluso formo una familia.
Por otro lado las anguilas están muy felices en su nuevo hogar. Ya no molestan ni a los peces más chiquiticos. Y los tiburones dejaron en paz a todos los peces que vivían en el hermoso coral.
Y bueno en cuanto a Escarchita, sigue haciendo nuevos amigos, pero aprendió ser más prudente y no alejarse tanto de su hogar y menos solo. Y Colorín colorado este cuento ha terminado.
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