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La Guirotera


Poco a poco y todavía con menos dinero pero a fuerza de trocar había ido completando un muy respetable equipo de sonido. Y es que tuvo muchos oficios, pero quien de verdad lo conoció sabe que debajo de esos oficios siempre hubo solo dos profesiones, viajero y vendedor o más bien trocador con ganancia si me permiten la expresión. No puedo decir cual de las dos era la profesión más importante porque no se si trocaba más de lo que viajaba o al revés, pero era muy bueno para las dos. Viajero incansable con un sentido innato para la oportunidad, más que ventajoso lo creo muy inteligente, sabia ver muy para adelante por eso cuando alguien le ofreció como pago un tocadiscos con un par de bocinas, lo acepto. Ahora traía para intercambiar entre otras cosas, incluida la camisa que llevaba puesta, entretenimiento, un servicio muy escaso en esos tiempos. Se hizo de un generador a gasolina y comenzó a organizar bailes, iba por todos los ranchos del norte, cruzando estados sin detenerse hasta llegar a la frontera, para luego devolverse por el mismo camino.

Había tenido bastante éxito, la gente lo reconocía y ya hasta lo esperaban para que les ambientara sus fiestas o para organizar un baile, pero la verdad es que ya le venían chicas la mayoría de las rancherías pues su equipo ya incluía varios metros de luces, más bocinas y hasta un micrófono. No le daba para meterlo en una ciudad grande y tal vez nunca haya sido su intención, simplemente hay gente que no puede estarse en un solo lugar a ver pasar la vida, hay a quienes les gusta que la vida los vea ir y venir, y el era de esos, así que para crecer el negocio hizo lo que cualquier empresario arriesgado hubiera hecho. Escogió un ejido más o menos de buen tamaño y se puso a invitar a las rancherías cercanas.

Ese baile era un riesgo calculado, porque además de sus dos profesiones tenia un pasatiempo que ejercitaba cada que podía, sin que lo distrajera de sus viajes y sus prósperos intercambios, le encantaba platicar, soltaba mucha línea pero igual recogía, sabía santo y seña de la gente cada rancho, pero lo que más le servia en ese momento era saber que muchacho había puesto el ojo en cual muchacha.

Así que primero comenzó con los muchachos, como ellos son los que pagaban los aseguro primero, uno por uno o de a varios los iba abordando según la ocasión.

Voy a hacer un baile este domingo, no va ir?
No don Darío, no tengo dinero para la entrada.
Que te apuras? Acabas de recoger frijolito, dame dos bultitos y con eso. Además va ir la hija de mi compadre, si esa la del racho de aquí lueguito.
No más esta inventando don Darío.
Pues tu te lo pierdes, Marianita no va a faltar.
Bueno don Darío apúnteme para el domingo, se los voy a dar pero no vaya a decirle a nadie, nomás póngame a la Marianita en el baile y no diga nada.
No se aguite, nadie tiene por que saber.

Ya tenía bastantes, más los que se juntaran el domingo por el puro borlote, pero tenia que asegurar a algunas muchachas que le encargaron mucho no faltaran, y luego se puso a invitarlas, bueno no a ellas directamente, se fue con los papás y convencerlos.

Como esta compadre? Oiga voy a hacer un baile el domingo y quiero que deje ir a Marianita.
No compadre, que la voy a dejar ir.
No sea así si no la deja ir tampoco van a ir sus amigas y como voy a hacer un baile con puro cabrón, se me va a echar a perder el baile, ayúdeme compadre no sea así, además que le va a pasar, nada más es un baile.

Un bultito de fríjol ayudó a convencer al compadre, una paquita de pastura a otro, una docena de huevito convenció a otro más. Y así siguió, invitando, para el sabado ya tenia cupo lleno y bien cargados a los burros con el equipo.

Llego la tarde del domingo, Don Darío comenzó a poner las luces, formando un cuadro grande, ya estaba bajando el sol, las primeras muchachas se iban acercando, algunos muchachos que llegaron primero estaban más retirados. Así que iba siendo hora de echar a andar el generador, un armatoste que le faltaba poco para hacer más ruido que la música y que cimbraba más el piso que las parejas bailando. Uno, dos y al tercer jalón arrancó, ruidazo y a temblar la tierra, pero ya había corriente y la música comenzó a sonar. Se fueron acercando al rededor del cuadro que había formado con las luces a manera de pista de baile, para cuando acabo la tercer canción ya había un gentío pero nadie entraba y si nadie entra, pues nadie paga y así no se puede hacer negocio.

Ni modo, fue una de esas veces que le falto la paciencia a don Darío, ya iban cinco canciones y nadie bailaba, de un lado los hombres y del otro las mujeres viéndose nomás ahí parados como tontos riéndose. Y pues que empieza don Darío por el micrófono:

Andenle a bailar, muchachos, haber el que me dio los bultitos de fríjol que se anime, ahí esta la hija de mi compadre, andele saquela a bailar.

Como respuesta todos se quedaron callados y por allá se miró alguien que se iba a toda prisa. Ver que el joven se iba en lugar de sacar a bailar a la muchacha enojo más a don Darío y que empieza a soltar la lengua, haber tu que mediste tal cosa saca a bailar a tal muchacha, y entre más hablaba más se le iba la gente entre las risotadas de los que se quedaban, para cuando se dio cuenta ya se le había ido mucha gente y la que se quedo nomás fue para reírse.

Ahora si estaba encabronado, y sin mediar palabra fue por sus burros y se puso a recoger todo, las bocinas, los cables, el generador, todo. Lo hecho como pudo en los costales, con las prisas y el coraje estaba todo revuelto. En cuanto tuvo cargados los burros agarro camino.

Resulta que ya en la salida del rancho se encontró a un grupo de muchachos que venían retrasados al baile, entonces ven que viene don Darío con sus burros y le sorprendidos le preguntan:

A poco ya se acabo el baile don Darío?
Se canceló, nadie quiso bailar y yo ya me voy.
Oiga pues ya dimos la vuelta hasta acá, tóquenos unas canciones por lo menos.
Y cuanto traen?
Pues entre todos como diez pesos.
Para diez canciones, ni bajo las cosas, ahí arriba de los burros se las voy a tocar. –De mala gana se fue buscando entre los burros.
Déjenme ver como va esta guirotera,-Dijo mientras sacaba una bola de cables y a jalones los iba desenredando – este lado va a una bocina, entonces este va acá y este cable sale al generador.

Mal que bien, medio conecto una par de bocinas con el tocadiscos y luego todo al generador, así como estaba todo arriba de los burros, los cuatro animales conectados unos con otros. Todo parecía listo, así que se fue a donde iba el burro con el generador, era lo único que llevaba pues era demasiado pesado, luego agarra el cordón de arranque lo jala con tanta fuerza que a la primera prende el generador, con el ruido a todo lo que da pega tremendo brinco el pobre burro, y en cuanto comienza a sentir la vibración del motor sale a todo galope jalando a los demás animales, que entre el ruido del generador, los rebuznos y gritos de don Darío salen todos en estampida. Adelantito todo el equipo regado, el generador por allá en una zanja (hasta eso prendido todavía) cables enredados en setos al lado del camino, las bocinas arrastrando de un burro, todo hecho un desmadre.

Entonces cuando pararon de reirse alguien ve a don Darío con su machete en la mano, buscando al burro que traía el generador, el que inicio todo el relajo.

Cálmese don Darío el burro no tuvo la culpa.
Como no chingado animal, pero ahorita va ver, me las va a pagar
No que va a hacer, déjelo don Darío
Que déjelo, ni que nada, ven para acá pinchi burro

A final de cuentas lograron calmar a Don Darío y el burro no más se llevo unos cuantos palazos, el equipo siguió funcionando y como que hasta se escuchaba mejor. Esa fue una de tantas que paso don Darío, viejo jijo, de esos que uno conoce ya arrugados y que pareciera nunca cambian, no envejecen más, él siempre curtido por el sol y la tierra del camino, con la voz ronca de tanto fumar y la mirada de alguien muy vivo, alguien que ya esta pensado en lo que le puedes responder antes de preguntarte, seguramente todavía sigue por ahí, yo creo que ni muerto se esta en paz.

Texto agregado el 17-10-2009, y leído por 72 visitantes. (0 votos)


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